martes, febrero 08, 2011

Lo importante es el “SÍ”

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Hay quien piensa que la religión es una sucesión de “noes”. No hagas esto, no elijas esto, no se puede pensar de esta manera… Entonces, parece que seguir a Jesús es ir renunciando a muchas posibilidades, ir cerrándose puertas, ir poniéndose frenos que otros, que no comparten la misma fe, no parecen tener. Pero esa visión es muy triste, e irreal. Porque lo importante, en la fe, en el evangelio, y en la pasión por Dios, es el “sí”. Es lo que abrazamos, lo que nos seduce, lo que apasiona, llena de ilusión o pone un horizonte. De esto se trata…

1. Afirmaciones

Yo te amo, señor mi fortaleza. Mi roca mi baluarte, mi liberador. Tu eres la peña en que me amparo. Mi escudo y mi fuerza, mi salvador (Sal 18)

Decir que “sí” a Jesús, a su evangelio, a la fe… es decir muchos “síes”. Es elegir una forma de amor que merece la pena: fiel, luchador, generoso, buscador… Es fijar los ojos -y el corazón- en Jesús de Nazaret, para aprender de él en qué consiste ser persona, y cuántas posibilidades tenemos. Es afirmar al prójimo, o lo que es lo mismo, aprender a disfrutar del valor de cada persona. Es encontrar mil posibilidades para llenar tus días. Es mirar al mundo y aprender a leer lo que ves, descubriendo en cada persona valores, capacidades y talentos que apuntan hacia Dios. Es optar por una forma de ser feliz.

¿Qué afirmo con mi fe?

¿Dónde encuentro pasión hoy en mi vivencia del evangelio?

Presencia

Todo lo llena tu presencia:

lo distante y lo próximo,

lo pequeño y lo grande,

el delicado nudo de los sueños.

El mundo es una larga huella tuya

y yo piso la tierra

desterrando el olvido.

(Cristina Maya)

2. ¿Renunciar?

“Y dejando al instante las redes, le siguieron” (Mc 1,18)

Entonces, ¿no hay “noes” en el seguimiento de Jesús? Pues no más (ni menos) que en otras opciones.

Es decir, en toda vida, al elegir unos caminos dejas atrás otros. Pero normalmente cuando dejas algo atrás, lo haces porque quieres con más intensidad lo que abrazas.

Mirar siempre a aquello de lo que uno prescinde es solo una forma de nostalgia, y únicamente revela que, de algún modo, falta la pasión por lo que vives. Pues bien, Dios, en verdad, apasiona.

El evangelio ilusiona. Jesús seduce.

La amistad, la comunidad, la posibilidad de encuentro, llena los días.

¿Qué he dejado atrás?

¿Qué es lo que me ha motivado (pues eso es lo que en verdad importa)?

Claro que no somos una pompa fúnebre...

Claro que no somos una pompa fúnebre,

a pesar de todas las lágrimas tragadas

estamos con la alegría de construir lo nuevo

y gozamos del día, de la noche

y hasta del cansancio

y recogemos risa en el viento alto.

Usamos el derecho a la alegría,

a encontrar el amor

en la tierra lejana

y sentirnos dichosos

por haber hallado compañero

y compartir el pan, el dolor y la cama.

Aunque nacimos para ser felices

nos vemos rodeados de tristeza y vainas,

de muertes y escondites forzados.

Huyendo como prófugos

vemos como nos nacen arrugas en la frente

y nos volvemos serios,

pero siempre por siempre

nos persigue la risa

amarrada también a los talones

y sabemos tirarnos una buena carcajada

y ser felices en la noche más honda y más cerrada

porque estamos construidos de una gran esperanza,

de un gran optimismo que nos lleva alcanzados

y andamos la victoria colgándonos del cuello,

sonando su cencerro cada vez más sonoro

y sabemos que nada puede pasar que nos detenga

porque somos semillas

y habitación de una sonrisa íntima

que explotará

ya pronto

en las caras

de todos.

(Gioconda Belli)