viernes, junio 18, 2010

Reflexiones del filosofo esloveno Zizek
La necesidad de cambio

Johari Gautier Carmona
escritor y periodista

En los últimos años, ciertos conceptos que antes podían causar interés y generar movimientos entusiastas para mejorar el sistema se han convertido en viejos fantasmas, ideas peligrosas que, ahora más que nunca, molestan por su inconformismo. Es el caso de los conceptos de verdad y revolución que ya no tienen el mismo sentido, pero también el de comunismo o la simple búsqueda de un sistema alternativo al capitalismo. El reconocido filósofo y psicoanalista esloveno, Slajov Zizek, indaga en estas cuestiones y pone de relieve la necesidad de un esfuerzo colectivo para mejorar y cambiar el sistema.

Fracaso y concepto de repetición

Si los países del bloque socialista eran diabólicos, Zizek subraya que lo que se ha instalado después es igual de diabólico o más. Los regímenes comunistas han quedado desacreditados porque han fallado con la consecución de sus principales objetivos. Ahora bien, los problemas generados por el sistema actual obligan a buscar nuevas soluciones. El calentamiento global, los vertidos de crudo (a los que EEUU responde de la manera más equivocada), la emergencia de biotecnologías que amenazan con la seguridad y la privacidad del ser humano, las nuevas formas de exclusión o la especulación desequilibrante son algunos de esos problemas que exigen una solución fuera del marco capitalista.

Según el filósofo esloveno, el fracaso del comunismo no puede explicar una total aceptación del capitalismo. Soluciones creativas y justas han de buscarse más allá de los límites impuestos por los actuales mecanismos económicos. Así pues, Slajov destaca la importancia de repetir el esfuerzo de mejora. Las grandes revoluciones y los grandes avances se logran gracias a la repetición y el deseo de un desarrollo continuo. Todo esto implica un cuestionamiento constante que Zizek ilustra con una de las más interesantes iniciativas de Lenin en 1922: la NEP (Nueva Política Económica). El líder ruso la presentó en su día como una retirada estratégica para volver a empezar y consolidar las bases. “Hay que repetir una y otra vez, desde el principio”, insiste el filósofo esloveno.

La revolución francesa también es una fuente de enseñanzas para el pensamiento crítico y la búsqueda de alternativas. Este evento inicialmente centrado en el país galo se convirtió en un acontecimiento universal al repetirse en Haití y otras islas de las Antillas francesas (Guadalupe y Martinica). Era la primera vez que los esclavos se rebelaban con la voluntad de ser mejores que los colonialistas y, para acabar con lo que consideraba un inaceptable precedente, Napoleón mandó a matarlos todos. Más de treinta mil soldados franceses llegaron a la isla caribeña y, al encontrarse con los rebeldes, se dieron cuenta de que cantaban el himno francés (la marsellesa) con tanto o incluso más orgullo que ellos mismos. Ese detalle les llevó a preguntarse si luchaban en el bando correcto y esa fue la primera gran derrota del ejército francés. La moral de quienes querían repetir y mejorar la historia se impuso con una victoria aplastante.

El cinismo de hoy y el deseo de creer en algo

Ante una notable desconexión entre el pueblo y la clase dirigente, Zizek clama que, en la actualidad, el pensamiento predominante es el cinismo. No creer en nada, distanciarse de los movimientos críticos está bien visto y es, incluso, marca de sensatez. El conformismo se impone de tal manera que los conservadores de hoy justifican su posición por sus antiguos actos de insubordinación y el desengaño consecuente. Así pues, los que alimentaron el movimiento de 68 con pancartas y manifestaciones son en gran mayoría los defensores del actual sistema consumista.

Sin embargo, el cinismo de hoy es aprendido, inculcado desde arriba, y Zizek subraya que siempre tenemos a una persona que piensa por nosotros. “Queremos seguir creyendo”, comenta él antes de describir el caso interesante de Santa Claus. Los padres no creen en él pero fingen que sí para que sus hijos también crean en él. Estas situaciones llevan a contradicciones enormes porque así es cómo se perpetúan cadenas de fingimientos que conducen a desilusiones y engaños masivos. En esta misma línea, una experiencia dolorosa es darse cuenta que una persona de nuestro entorno no cree en lo que hace o defiende a diario.

El cinismo convive con un deseo de creer en algo, así piensa Zizek. “Todos los cínicos tienen un secreto profundo, una creencia escondida que, para ellos, cuenta de verdad”, pronuncia él con contundencia para luego recalcar la necesidad de un cambio y de un compromiso. Lo queremos profundamente pero, por cuestiones externas, ideas prestadas o simple temor, lo disfrazamos de una ingenuidad cotidiana (que nos hace parecer más coherentes y puede ser legada de todos los mensajes de los grandes medios de comunicación). Para ilustrar esta última idea, Zizek pone el dedo sobre un tema interesante: el uso de la palabra “imposible” en los medios de comunicación. Si analizamos bien, comprobaremos que todo lo que se refiere al sistema económico y político actual es casi imposible cambiarlo. Los medios lo dan por hecho. Sin embargo, otras noticias como los viajes al espacio, la creación de maquinarias tecnológicas impresionantes, el cambio de sexo o la selección genética ya son moneda corriente en las noticias y demuestran que, para el ser humano, nada es imposible. Por eso, pregunta Zizek: ¿realmente es imposible revolucionar el sistema actual y cambiar las reglas del juego?

viernes, junio 11, 2010

La espiritualidad en la construcción de la paz

Leonardo Boff
Teólogo

Todos los factores y prácticas en los distintos sectores de la vida personal y social deben contribuir a la construcción de la paz tan ansiada en los días actuales. Los esfuerzos serían incompletos si no incluyésemos la perspectiva de la espiritualidad.

La espiritualidad es aquella dimensión en nosotros que responde a las preguntas últimas que acompañan siempre a nuestras búsquedas. ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Cuál es el sentido del universo? ¿Qué podemos esperar más allá de esta vida?

Las religiones suelen responder a estas inquietudes, pero ellas no tienen el monopolio de la espiritualidad. Ésta es un dato antropológico de base como la voluntad, el poder y la libido. Emerge cuando nos sentimos parte de un Todo mayor. Es más que la razón; es un sentimiento oceánico de que una Energía amorosa origina y sustenta el universo y a cada uno de nosotros.

En el proceso evolutivo del que venimos, irrumpió un día la conciencia humana. Hay un momento de esta conciencia en que ella se da cuenta de que las cosas no está lanzadas aleatoriamente ni yuxtapuestas, al azar, una al lado de la otra. Ella intuye que un «Hilo Conductor» pasa a través de ellas, las liga y las religa.

Las estrellas que nos fascinan en las noches cálidas del verano tropical, la selva amazónica en su majestad e inmensidad, los grandes ríos como el Amazonas, llamado con razón río-mar, la profusión de vida en los campos, el vocerío sinfónico de los pájaros en la selva virgen, la multiplicidad de las culturas y de los rostros humanos, el misterio de los ojos de un recién nacido, el milagro del amor entre dos personas que se quieren, todo eso nos revela cuán diverso y uno es nuestro mundo universo.

A este «Hilo Conductor» los seres humanos le han dado mil nombres, Tao, Shiva, Alá, Yahvé, Olorum y muchos más. Todo se resume en la palabra Dios. Cuando se pronuncia con reverencia este nombre algo se mueve dentro del cerebro y del corazón. Neurólogos y neurolingüistas han identificado el «punto Dios» en el cerebro. Es un punto que hace subir la frecuencia hertziana de las neuronas como si hubiesen recibido un impulso. Esto significa que en el proceso evolutivo surgió un órgano interior mediante el cual el ser humano capta la presencia de Dios dentro del universo. Evidentemente Dios no está solamente en este punto del cerebro, sino en toda la vida y en el universo entero. Sin embargo a partir de este punto quedamos habilitados para captarlo. Y todavía más, somos capaces de dialogar con Él, de elevarle nuestras súplicas, de rendirle homenaje y de agradecerle el don de la existencia. Otras veces no decimos nada. Silenciosos y contemplativos, lo sentimos solamente. Y entonces nuestro corazón se dilata a las dimensiones del universo y nos sentimos grandes como Dios o percibimos que Dios se hace pequeño como nosotros. Se trata de una experiencia de no-dualidad, de inmersión en el misterio sin nombre, de una fusión de la amada y el Amado.

Espiritualidad no es solamente saber, sino principalmente poder sentir las dimensiones de lo humano radical. El efecto es una profunda y suave paz, que viene de lo Profundo.

La humanidad necesita con urgencia esta paz espiritual. Ella es la fuente secreta que alimenta a la humanidad en todas sus formas. Irrumpe desde dentro, irradia en todas las direcciones, eleva la calidad de las relaciones y toca el corazón de las personas de buena voluntad. Esa paz esta hecha de reverencia, de respeto, de tolerancia, de comprensión benevolente de las limitaciones de los otros, y de la acogida del Misterio del mundo. Ella alimenta el amor, el cuidado, la voluntad de acoger y de ser acogido, de comprender y de ser comprendido, de perdonar y de ser perdonado.

En un mundo perturbado como el nuestro, nada hay de más sensato y noble que anclar nuestra búsqueda de la paz en esta dimensión espiritual.

Entonces la paz podrá florecer en la Madre Tierra, en la inmensa comunidad de la vida, en las relaciones entre las culturas y los pueblos, y aquietará el corazón humano cansado de tanto buscar.