lunes, agosto 28, 2006

Compás de espera

Frei Betto
religioso dominico


El concepto de eternidad adquiere lógica cuando se refiere a la experiencia del amor. Nada más refractario al sumergimiento en lo Inefable que la tortuosa cadencia del tiempo. Eso vale para los místicos y para los amantes. Proust hizo del tiempo la materia prima de su obra y Stephen W. Hawking describió la historia del tiempo preservando sus intuiciones religiosas en el envoltorio aristotélico, que todavía se cierne sobre la Física moderna.

El tiempo urge y, por tanto, produce ansiedad. Contiene la revelación final de todos nuestros deseos, conscientes e inconscientes. Nada escapa a su final, por más que el proverbio italiano dé consuelo al pregonar que el amor hace pasar el tiempo y el tiempo hace pasar el amor. Hasta en la fila del banco tortura el tiempo. No nacemos para aguardar sino para disfrutar. Por eso la eternidad es la utopía del amor, pues nos introduce allí donde ya no habrá ninguna espera, ni siquiera esperanza, como previene Dante.

El Brasil espera un nuevo gobierno. Ya está presente, según las encuestas electorales, quien será el próximo presidente, pero desconoce los nombres del equipo de gobierno. Desafiada en su condición de pitonisa, la prensa especula. Trata de adivinar los acompañantes en el juego. Ahora bien, el presidente, cual Sancho Panza presto a gobernar una isla, podría ser elegido sin programa ni equipo de gobierno, sólo respaldado por su primer mandato. L’Etat c´est moi, es lo que, por el momento, se transparenta en la propaganda electoral que quitó el rojo, desbancó la estrella y proscribió el nombre del partido.

El tiempo engendra, exige y juzga. El presidente tendrá que anunciar su equipo de gobierno, y como no va a traer ministros de algún laboratorio genético, como las figuras de Blade Runner, no le quedará otra alternativa que hacer la nueva barca con maderas viejas, salvo honrosas excepciones. ¿Habrán de actuar como protagonistas hombres que sirvieron a la dictadura militar, al gobierno de Sarney, a los partidos oportunistas que nunca buscaron ningún cambio de la estructura social brasileña y que por eso mismo siempre fueron blanco de severas críticas por parte del PT?

A los tecnócratas manejadores de los intereses del gran capital les toca la tremenda tarea de realizar la alquimia de disminuir la suerte de los más pobres sin molestar a los más ricos. En un país como el Brasil tal milagro sólo ha sido posible gracias al ensanchamiento de la miseria. Cualquier paga o beneficio, aunque sea por la menguada cuantía de US$ 47, es recibido como salario valioso. Por eso no será impunemente como el gobierno tratará de desvincular la Seguridad del aumento del salario mínimo.

Todo indica que sin el respaldo de los segmentos conscientes y organizados de la nación, el gobierno de Lula permanecerá en los brazos de los acreedores de la deuda pública, aunque dé continuidad a la política externa progresista y resuelta. Está claro que, para el bien de todos y la felicidad general de la nación, sería mucho mejor que adoptase dos o tres medidas repetidas en sus campañas, como la auditoría de la deuda externa y la reforma agraria. A pesar de todo, el tiempo enseña que, en política, las alianzas partidarias hablan más alto que las intenciones. Y el Evangelio (Mateo 6,24) advierte que nadie puede servir a dos señores: a Dios (Señor de la Vida) y a las riquezas (artífices de la muerte).

Este compás de espera lleva a la nación a desconfiar de su propia competencia de movilizarse para presionar al electorado a renovar el Congreso Nacional y al poder público a realizar reformas que liberen a nuestras administraciones de medidas cosméticas que ni siquiera raspan las estructuras perversas que perennizan el latifundio, el desempleo, el empeoramiento de la salud y la educación, la violencia urbana y el narcotráfico.

Pero no nos queda otra alternativa que votar conscientemente y actuar en coherencia con la ética y la certeza de que otro Brasil es posible, si bien debe ser sometido a una profunda reforma política que mejore el control popular de nuestras instituciones. Y, sobre todo, si nuestro voto fuera acompañado y complementado por nuestro apoyo a los movimientos sociales críticos al neoliberalismo. (Traducción de J.l.Burguet)

viernes, agosto 04, 2006

Tendencias migratorias en América Latina

Gainza, Patricia
Instituto del Tercer Mundo


Los movimientos migratorios latinoamericanos son el resultado de la conjunción de una amplia serie de factores de índole histórica, política, económica, cultural y demográfica. Desde la época colonial hasta mediados del siglo XX la región se caracterizó por un amplio contingente de población inmigrante especialmente proveniente del sur de Europa. Otro grupo humano importante en la región llegó forzadamente bajo el tráfico esclavista. Otros inmigrantes de la región fueron en menor medida chinos y japoneses.

A partir de la década de 1950, lentamente la región dejó de ser receptora de migración para convertirse en expulsora. Hoy la migración internacional es la gran válvula de escape allí donde no se consiguen generar opciones de desarrollo genuinas. Los ciudadanos se movilizan en busca de oportunidades personales, laborales, económicas y sociales, aunque en muchos casos las condiciones de vida en los nuevos países son de mala calidad y se vulneran sus derechos humanos.

Relación emigrantes-inmigrantes

Según datos de CEPAL en los últimos cinco años ha habido un incremento considerable en el número de migrantes latinoamericanos y caribeños. De un total estimado de 21 millones en el año 2000, se pasó a 25 millones en el 2005. Esta cantidad equivale al 12% del total de 200 millones de migrantes a lo largo del mundo.

Dentro de América Latina y el Caribe, la cifra de inmigrantes total representa únicamente el 1% de la población regional, mientras tanto, el porcentaje de emigrantes sube al 4%. O sea que por cada inmigrante que llega a la región, cuatro personas están afuera. Algunas excepciones que se han convertido en polos de atracción dentro de la zona son los casos de Argentina, Costa Rica y Venezuela en América Latina y Puerto Rico, Barbados y Bahamas en el Caribe. Las poblaciones inmigrantes en estos países giran alrededor del 10% y en los casos caribeños superan esta cifra.

Desde el punto de vista de los emigrados, la mayor proporción del continente en términos absolutos la tiene México, con más de nueve millones. En un alejado segundo lugar se encuentra el conjunto de naciones de la Comunidad del Caribe con casi dos millones de emigrados; luego Colombia con un millón y medio; seguida por Cuba y El Salvador con aproximadamente un millón cada uno. Después encontramos el grupo de países que tienen aproximadamente medio millón de ciudadanos fuera de sus fronteras son: Argentina, Brasil, Ecuador, Guatemala, Haití, Perú y República Dominicana. El último grupo es el de aquellos cuyas magnitudes de emigrados oscilan entre los 100 mil y 450 mil: Bolivia, Chile, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela. El único país con una cifra inferior a las cien mil personas emigradas es Costa Rica. Estas cifras en términos absolutos alteran la relación cuando son vistas en términos relativos. Los porcentajes que destacan y fluctúan entre el 8% y el 15% son los casos de Cuba, El Salvador, México, Nicaragua, República Dominicana y Uruguay.

Principales destinos

Estados Unidos es el principal destino para la población latinoamericana y caribeña que alcanzó 18 millones, es decir más de la mitad del total de emigrantes latinos (25 millones). Esta población junto a sus descendientes constituyen la primera minoría étnica de este país, pero no debemos olvidar que es una población altamente heterogénea.

Los destinos posibles de esta población se han visto diversificados en los últimos años. Esta ampliación se debe a la confluencia de los factores de expulsión, la demanda de trabajadores especializados, la construcción de importantes y organizadas redes sociales en los países receptores y los vínculos históricos. Para los tres millones de latinoamericanos que se encuentran fuera de la región (otros continentes que el Americano) los nuevos destinos son Europa, (España para los latinoamericanos; Inglaterra y Holanda para los caribeños; Francia, Italia y Portugal para los sudamericanos) Canadá, Japón, Australia e Israel.

La feminización de la migración

Si bien actualmente la migración mundial se caracteriza por haber alcanzado la paridad de migrantes hombres y mujeres, este es un hecho muy reciente. Es América Latina la primera zona del mundo que ya en los 90s es diferenciada por una muy alta participación femenina en la migración (de un total de seis millones de migrantes tres eran mujeres).

Esta migración femenina tiene específicamente una motivación laboral, pero sus efectos son muy amplios. Se acentúan los cambios en el rol femenino que ya se estaban dando como consecuencia de las nuevas características de la sociedad posindustrial. Cada vez es mayor el número de mujeres que migra autónomamente y que es la principal proveedora del hogar. La visión femenina revela cómo la división sexual del trabajo también modela la experiencia migratoria: tanto las condiciones de permanencia en los países destinatarios como la relación que las mujeres mantienen con sus países de origen.

Entre las principales responsabilidades de la mujer emigrante se encuentra el mantenimiento de los lazos familiares que preservan el circuito afectivo de la familia. Surgen como consecuencia de estas realidades migratorias nuevos conceptos: las familias transnacionales, la industria y el comercio nostálgico. Otra de las características es el aumento de la relevancia que tienen los montos de remesas en el continente. Su impacto macroeconómico es cada día más significativo para casi la totalidad de los países.

Las remesas que envían los emigrados

Para el 2005 el BID previó que las cifras de remesas a América Latina ascenderían a 55 mil millones de dólares, 10 mil millones más que durante el 2004 y casi el doble que durante el 2002 (cuando representaban 29 mil millones) [datos para 18 países].

Los países que en Latinoamérica reciben mayor volumen de dinero son México, Brasil, Colombia y El Salvador. Los que reciben menos son Trinidad y Tobago y Uruguay. De los cuatro primeros, El Salvador es el que tiene mayor dependencia de estos envíos ya que representan el 13.5% de su PIB. (Si se considera la relación entre remesas y proporción del volumen total de la economía, los principales receptores son los países pequeños con ingresos medios o inferiores). Sólo para Nicaragua las remesas representa un porcentaje mayor que para El Salvador, donde asciende al 15%. Otros países para los cuales los envíos tienen un peso relativo importante son: Honduras (10.7% de su PIB), República Dominicana (9.1%), Guatemala (6.8%) y Ecuador (5.9%).

Consecuencias negativas

Una de las consecuencias más serias de esta migración, común a todas las zonas en vías de desarrollo es la constante pérdida de capital humano, es decir de la población altamente calificada. Esto amenaza la consolidación de una masa crítica de conocimiento, lo que delimita las posibilidades de las naciones de origen para contar con estos profesionales necesarios para aumentar la competitividad. En cambio el país de acogida recibe grandes contingentes de capital humano sin que su formación le haya significado ningún costo.

Otras de las muchas consecuencias negativas de este proceso son la pérdida de poblaciones en edad productiva, la trata de personas, el tráfico de migrantes y la movilidad constante.

Todo parece indicar que en las décadas venideras la migración latinoamericana seguirá dándose con los mismos volúmenes. Esto sólo podrá verse alterado si se toman serias medidas en los aspectos que refieren a desarrollo económico de los países expulsores. Ningún muro podrá detener la continuación de esos movimientos, aunque sí sea una nueva forma de vulnerar sus derechos. Paralelamente, el posicionamiento de los inmigrantes en los países de acogida (especialmente en Estados Unidos) está atravesando nuevas épocas con altos grados de organización y participación, que sólo el tiempo dirá si se traducen en reales avances.

Bibliografía
• BID (2004) Sending Money Home: Remittance to latin America and the Caribbean.
• CEPAL (2006) “Cuatro Temas centrales en torno a la migración internacional, derechos humanos y desarrollo”, Montevideo.
• Gainza, Patricia. (2006) “Feminización de las remesas, familias transnacionales y comercio nostálgico”, en: Revista Tercer Mundo Económico, mayo 2006, No. 204, Montevideo.
• López-Alves, Fernando (2002) Sociedades sin destino, Editorial Taurus, Buenos Aires.

Fuente: Desarrollo Economía Ecología Equidad – América Latina (D3E).

martes, agosto 01, 2006

La osadía de la franqueza

Frei Betto
religioso dominico


Michel Foucault, en conferencias dictadas en la Universidad de Berkeley, USA, en 1983, volvió a tocar el tema de la parresía, palabra griega que aparece por primera vez en la obra de Eurípides, hace ya siete siglos, y que significa franqueza o, etimológicamente, "decir todo".

El parrésico, el que habla la verdad, merece credibilidad por su ética y valentía. Pues no se trata sólo de manifestar lo que piensa sino de hacerlo con peligro de la vida, o sea confrontando al poder. Sabiendo que el poderoso puede castigarlo por semejante atrevimiento.

"La parresía es una forma de crítica -afirma Foucault- tanto hacia los otros como a sí mismo, pero siempre en una situación en que el crítico se encuentra en posición de inferioridad en relación con el interlocutor. El parrésico es siempre menos poderoso que aquel a quien dirige la palabra. La parresía viene de "debajo" y se dirige a quien está "encima". Por eso, un antiguo griego no diría que un profesor o un padre que critican a un niño hacen uso de la parresía. Pero cuando un filósofo critica a un tirano, cuando un ciudadano critica a la mayoría, cuando un alumno critica al profesor, entonces utilizan la parresía. En la parresía la verdad es un deber".

Plutarco, que vivió en el siglo 1º, escribió un libro titulado "Cómo distinguir a un adulador de un amigo". El verdadero amigo es parrésico, habla la verdad, aunque incomode o duela. Pues la relación que tenemos con nosotros, la de amor propio, crea en nuestra mente la permanente ilusión acerca de quién somos en realidad. "Siendo cada uno de nosotros el principal y el mayor adulador de sí mismo -dice Plutarco-, debemos admitir sin dificultad a alguien de fuera como testigo". Alguien que nos critique y nos haga reconocer los errores y defectos. Sólo un amigo parrésico es capaz de librarnos de la ilusión y hacer como que nos miremos en el espejo del alma.

¿Cómo sabemos que el amigo es parrésico? Plutarco dice que hay dos modos: primero, la conformidad entre lo que habla y vive, como Sócrates; segundo, la firmeza de convicciones. "Si se alegra siempre con las mismas cosas y las aprecia -dice Plutarco- y organiza su propia vida según un modelo único. El adulador, por no tener carácter, no vive una vida escogida por él mismo sino por los otros, y se modela y se adapta para el otro; no es sencillo ni coherente, sino ambiguo y contradictorio, por dejarse ir y cambiar como el agua, que, vertida de un recipiente a otro, se adecua al recipiente que la recibe".

Foucault llama la atención sobre el hecho de que Plutarco subraya que somos incapaces de admitir que no sabemos nada ni sabemos quién somos.

Galeno, el famoso médico del siglo 2º, observa que vemos los defectos de los demás pero permanecemos ciegos cuando se trata de nosotros. Platón destaca que el amante es ciego frente al objeto de su amor. "Pero si cada uno se ama por encima de todas las cosas -dice Galeno- debe estar ciego en lo que concierne a sí mismo. (…) Cuando un hombre no saluda por su nombre a un rico o poderoso, cuando no lo visita ni se sienta a la mesa con él, cuando vive una vida disciplinada, es de esperar que este hombre diga la verdad".

Galeno sugiere que tomemos a ese hombre por amigo y le pidamos que diga todo lo que observe en nosotros. Él podrá salvarnos, al igual que el médico que cura la enfermedad de nuestro cuerpo.

Esos sabios y antiguos consejos sirven en todas las circunstancias de nuestra vida. Qué bueno sería que quienes ocupan una función de poder -desde el político hasta el síndico de nuestro bloque de viviendas, desde un gerente hasta el guardián de una ermita- estimulasen a aquellos con quienes y para quienes trabajan a manifestar sus críticas y sugerencias. Pero nuestra vanidad vuelve sordos nuestros oídos. Y cualquier crítica es recibida como puñalada en nuestro ego. Sobre todo quienes tienen baja autoestima y necesitan, como pez del agua, vivir rodeados de aduladores.

Qué bueno sería que tuviésemos la osada humildad de Jesús que, en Cesárea de Filipo, hizo dos preguntas a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que soy yo? Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" (Mateo 16,13-20).

Generalmente preferimos engañarnos convencidos de que los subalternos piensan respecto a nosotros lo que quisiéramos que pensasen. Y sin darles la oportunidad de corregirnos, vamos arrastrando por la vida nuestros defectos, que perjudican a terceros y nos ponen en la peana del ridículo. (Traducción de J.L.Burguet)