jueves, diciembre 13, 2007

La moda de Dios

Leonardo Boff
teólogo brasileño

Hoy el tema de Dios está en alza. Algunos, en nombre de la ciencia pretenden negar su existencia como el biólogo Richard Dawkins con su libro El espejismo de Dios (Espasa Calpe, Madrid, 2007; en portugués: Dios, un delirio, São Paulo 2007). Otros, como el Director del Proyecto Genoma, Francis Collins, con el sugestivo título El lenguaje de Dios (São Paulo 2007) presentan las buenas razones de la fe en su existencia. Y hay otros en el mercado, como los de C. Hitchens y S. Harris.

A mi modo de ver, todos estos cuestionamientos trabajan con un equívoco epistemológico de base, que es el de querer plantar a Dios y a la religión en el ámbito de la razón.

El lugar natural de la religión no está en la razón, sino en la emoción profunda, en el sentimiento oceánico, en esa esfera donde emergen los valores y las utopías. Bien decía Blas Pascal al comienzo de la modernidad: «es el corazón el que siente a Dios, no la razón» (Pensées, frag. 277). Creer en Dios no es pensar a Dios sino sentir a Dios a partir de la totalidad del ser.

Rubem Alves en su Enigma de la Religión (1975) dice acertadamente: «La intención de la religión no es explicar el mundo. Ella nace, justamente, de la protesta contra este mundo descrito y explicado por la ciencia. La religión, por el contrario, es la voz de una conciencia que no puede encontrar descanso en el mundo tal cual es, y que tiene como proyecto transcenderlo».

Lo que transciende este mundo en dirección a otro mayor y mejor es la utopía, la fantasía y el deseo. Estas realidades que fueron dejadas de lado por el saber científico volvieron a ganar crédito y fueron rescatadas por el pensamiento más radical inclusive de cuño marxista como en Ernst Bloch y Lucien Goldman. Lo que subyace a este proceso es la conciencia de que pertenece también a lo real lo potencial, lo virtual, aquello que todavía no es pero que puede ser. Por eso, la utopía no se opone a la realidad. Es expresión de su dimensión potencial latente.

La religión y la fe en Dios viven de ese ideal y de esta utopía. Por eso, donde hay religión hay siempre esperanza, proyección de futuro, promesa de salvación y de vida eterna. Ellas son inalcanzables por la simple razón científico-técnica, que es una razón exigua, porque se reduce a los datos, siempre limitados. Cuando se restringe apenas a esa modalidad, se transforma en una razón miope como se nota en Dawkins. Si lo real incluye lo potencial, entonces, con más razón incluye al ser humano, lleno de ilimitadas potencialidades. El ser humano, en realidad, es un ser utópico. Nunca está acabado, siempre está en génesis, construyendo su existencia a partir de sus ideales, utopías y sueños. En nombre de ellos ha mostrado lo mejor de sí mismo.

En este trasfondo es donde podemos volver a situar el problema de Dios de forma sensata. La palabra-clave es apertura. El ser humano muestra tres aperturas fundamentales: al mundo, transformándolo; al otro, comunicándose; al Todo, captando su carácter infinito, es decir, sin límites.

Su condition humaine le hace sentirse portador de un deseo infinito y de utopías últimas. Su drama reside en el hecho de que no encuentra en el mundo real ningún objeto que le sea adecuado. Quiere el infinito y sólo encuentra finitos. Surge entonces una angustia que ningún psicoanalista puede curar. De aquí emerge el tema de Dios. Dios es el nombre -entre tantos otros- que damos al oscuro objeto de nuestro deseo, aquel siempre mayor que está más allá de cualquier horizonte.

Este camino puede -quién sabe...- llevarnos a la experiencia del cor inquietum de San Agustín: «mi corazón inquieto no descansará hasta reposar en ti».

La razón que acoge a Dios se hace inteligencia que intuye más allá de los datos y se transforma en sabiduría que impregna la vida de sentido y de sabor.

lunes, diciembre 03, 2007

Aportes en el tema de Fe y Política

Aportes del
Evangelio y del Pensamiento Social de la Iglesia
en el tema de Fe y Política


Juan Arias Luna, ocd[1]
noviembre 2007


Introducción

Estas reflexiones toman como base el Evangelio y en el Pensamiento Social de la Iglesia (PSI). Se inicia señalando algunos puntos de la práctica de Jesús en los ámbitos social-político y económico, confrontados con la práctica del sistema opresor que le tocó enfrentar en su tiempo. También se propone a la luz de la experiencia de la Iglesia Latinoamericana, algunos criterios y actitudes dentro de la práctica política y cómo se dan las relaciones entre la fe y la política. En segundo lugar, se señala a manera de criterios claros y válidos lo que la Gaudium et Spes, Puebla, Aparecida, y los Obispos del Ecuador, proponen sobre la misión de la Iglesia en el campo político, la relación entre fe y política, los conceptos de política y el compromiso político de los cristianos (laicos y pastores).


1. Aportes desde la reflexión bíblica - teológica y pastoral

1.1. La práctica de Jesús

Tomamos un ejemplo de relación entre fe y política en la práctica de Jesús ante la situación social de su tiempo:

El general Pompeyo domina Siria y Palestina, pone gobernadores para controlar la región.

Se cobra tributos e impuestos que llegan a un 25% de la producción, lo que significa una carga muy pesada para el pueblo y sobre todo para los pobres.

Para contabilizar bien a los que pagaban impuestos, se manda a hacer un censo, que fue el que puso en camino a Belén a José y María, que estaba encinta.

Este primer censo se hizo por orden del emperador César Augusto, siendo Quirino, gobernador de Siria (Lc 2,1-2).

Por parte de los judíos el poder está en manos de Herodes el grande, al nacer Jesús. El hijo de éste, Herodes Antipas, intervino en la muerte de Jesús.

Los bienes, al igual que hoy, se concentraban en pocas manos, pues el 80% de la producción se queda en un 10% de la población. Mientras que un 70% de la población sólo recibe un 20% de las riquezas.

Se da un reforzamiento entre los tres poderes: económico (tener), político (poder), y el ideológico (saber). Entre ellos se apoyan mutuamente para sostener esta situación de pecado que va en contra del proyecto de vida que Dios tiene para con el pueblo.

Comparemos la práctica de Jesús con la práctica del poder opresor:

a.- En lo económico:

La práctica de Jesús:

Práctica del sistema opresor

- es de comunión y de compartir con el pueblo (Lc 6,38);
el Reino de Dios es la abundancia que se promueve y comparte;
las comunidades siguieron el ejemplo de Jesús (Hch 2,42-47).

- es un sistema de acumulación, robo, acaparamiento de los bienes sólo para unos pocos;
es la deuda, los impuestos e intereses que someten y humillan al pueblo.


b.- En lo político:

La práctica de Jesús:

Práctica del sistema opresor

- en el Reino de Dios, la autoridad se entiende como servicio al pueblo. El verdadero poder está basado en la justicia e igualdad (Mc 10,43-44);
entre los seguidores de Jesús, el poder nunca debe ser para provecho propio. Su única razón es la del servicio. Tanto los jefes políticos como los religiosos deben estar al servicio del pueblo.

- hay dominación del pueblo, explotación, aprovechamiento, tolerancia de los abusos, corrupción y mentira.



c.- En lo social:

La práctica de Jesús:

Práctica del sistema opresor

- libertad y amor entre los seres humanos;
espíritu profundo de solidaridad y ayuda mutua, de perdón y amor aún a los enemigos;
el Reino de Dios no invita a ser presumidos y egoístas, invitan sí al trabajo y al esfuerzo, pero con prudencia y espíritu crítico (Mt 10,16);
el discípulo de Jesús debe trabajar con tenacidad, decisión y rendimiento eficaz (Mt 25,14-30).

- se provoca división, envidia, temor y egoísmo. Parece que cuanto más divididos estemos los pobres, es mejor para ellos;
nada de organizaciones del pueblo como sindicatos, comités, defensa de derechos humanos…

-
1.2. Criterios y actitudes cristianas en la práctica de la política:

Situarnos como Jesús. En actitud de conversión, alertas a los signos de los tiempos.

Desde el lugar social de los pobres. El Dios de Jesús es el Dios de los pobres que reclaman justicia.

Con actitud esperanzada. Dando cuenta de nuestra esperanza en Cristo.

Actitud de Oración - nueva espiritualidad.

Con solidaridad afectiva y efectiva compasión, compromiso.

El hombre, la mujer son sujetos de la economía, la política. No son instrumentos de producción y explotación.

Participación ciudadana - democracia participativa - sentido de comunión.

Desde las organizaciones del pueblo, desde la cultura popular - cambiando el sentido de la globalización neoliberal.

La participación política esta necesitada de un nuevo lugar para la esperanza.

Recuperar la política para el pueblo - la dimensión política de la fe.

1.3. Los diez mandamientos de la relación fe y política:

La fe y la política se dirigen al mismo objetivo: realizar el proyecto de Dios en la historia; pero no son la misma cosa, son diferentes.

La vivencia de la fe es necesariamente política. El cristiano vive su fe en el compromiso liberador con los oprimidos.

La fe es un don, nos viene de Dios a través de la Iglesia, de las comunidades que creen. La política es una herramienta que exige aprendizaje, es arriesgado improvisar la política.

Una política contraria a los derechos del pueblo usa la fe, una religión que adormece al pueblo, esta religión solo ayuda a los intereses de los opresores.

La política es autónoma, no depende de la fe, pero una política popular marcha necesariamente en dirección del horizonte apuntado por la fe.

Fe y política son espacios diferentes que se complementan en la práctica de la vida del bien común.

La fe es tratada en la iglesia donde es celebrada, anunciada y vivida. La política es mejor tratada en las organizaciones del pueblo, en los movimientos populares y en espacios políticos que asumen los derechos de los pobres.

No debemos confundir la esfera de la expresión y celebración externa religiosa de la fe y de la Iglesia, con las esferas de la política, pero aunque diferentes, son complementarias.

La fe cristiana contiene valores que cuestionan y guían la actividad política.

La política es tanto más popular, cuanto más el pueblo se compromete y participa activamente en los cambios sociales, tanto más evangélica, cuanto más las personas descubren y siguen a Jesús-son fieles al Dios de la vida, a su proyecto de liberación-a su Iglesia.


2. Aportes desde el Pensamiento Social de la Iglesia

2.1. La vida en la comunidad política (Gaudium et Spes, nn.73-76)


La vida pública en nuestros días

La conciencia más viva de la dignidad humana ha hecho que en diversas regiones del mundo surja el propósito de establecer un orden político-jurídico que proteja mejor en la vida pública los derechos de la persona, como son el derecho de libre reunión, de libre asociación, de expresar las propias opiniones y de profesar privada y públicamente la religión. Porque la garantía de los derechos de la persona es condición necesaria para que los ciudadanos, como individuos o como miembros de asociaciones, puedan participar activamente en la vida y en el gobierno de la cosa pública. La mejor manera de llegar a una política auténticamente humana es fomentar el sentido interior de la justicia, de la benevolencia y del servicio al bien común y robustecer las convicciones fundamentales en lo que toca a la naturaleza verdadera de la comunidad política y al fin, recto ejercicio y límites de los poderes públicos (GS.73).

Naturaleza y fin de la comunidad política

La comunidad política nace para buscar el bien común, en él que encuentra su justificación plena y su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia y propia. Es evidente que la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana, y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios, aun cuando la determinación del régimen político y la designación de los gobernantes se dejen a la libre designación de los ciudadanos.

Síguese también que el ejercicio de la autoridad política, así en la comunidad en cuanto tal como en las instituciones representativas, debe realizarse siempre dentro de los límites del orden moral para procurar el bien común -concebido dinámicamente- según el orden jurídico legítimamente establecido o por establecer. Es entonces cuando los ciudadanos están obligados en conciencia a obedecer. De todo lo cual se deducen la responsabilidad, la dignidad y la importancia de los gobernantes (GS.74).

Colaboración de todos en la vida pública

Recuerden todos os ciudadanos el derecho y al mismo tiempo el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien común. La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio.

Los cristianos todos deben tener conciencia de la vocación particular y propia que tienen en la comunidad política; en virtud de esta vocación están obligados a dar ejemplo de sentido de responsabilidad y de servicio al bien común, así demostrarán también con los hechos cómo pueden armonizarse la autoridad y la libertad, la iniciativa personal y la necesaria solidaridad del cuerpo social, las ventajas de la unidad combinada con la provechosa diversidad. El cristiano debe reconocer la legítima pluralidad de opiniones temporales discrepantes y debe respetar a los ciudadanos que, aun agrupados, defienden lealmente su manera de ver. Los partidos políticos deben promover todo lo que a su juicio exige el bien común; nunca, sin embargo, está permitido anteponer intereses propios al bien común.

Quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer este arte tan difícil y tan noble que es la política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal. Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos (GS.75).

La comunidad política y la Iglesia

Es
de suma importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores.

La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, habida cuesta de las circunstancias de lugar y tiempo. El hombre, en efecto, no se limita al solo horizonte temporal, sino que, sujeto de la historia humana, mantiene íntegramente su vocación eterna. La Iglesia, por su parte, fundada en el amor del Redentor, contribuye a difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cada nación y entre las naciones. Predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la acción humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad políticas del ciudadano.

Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y solos aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y de situaciones.

2.
2. Evangelización, ideologías y política (Puebla 507-534)

La Iglesia como Madre y Maestra, experta en humanidad, debe discernir e iluminar, desde el Evangelio y su enseñanza social, las situaciones, los sistemas, las ideologías y la vida política del continente. Debe hacerlo, aun sabiendo que se intenta instrumentalizar su mensaje. Por eso, proyecta la luz de su palabra sobre la política y las ideologías, como un servicio más a sus pueblos y como guía orientadora y segura para cuantos, de un modo u otro, deben asumir responsabilidades sociales (P.511-512)

Evangelización y política

La dimensión política, constitutiva del hombre, representa un aspecto relevante de la convivencia humana. Posee un aspecto englobante, porque tienen como fin el bien común de la sociedad. Pero no por ello agota la gama de las relaciones sociales (P.513). La fe cristiana no desprecia la actividad política; por el contrario, la valoriza y la tiene en alta estima (P.514).

La Iglesia -hablando todavía en general, sin distinguir el papel que compete a sus diversos miembros- siente como su deber y derecho estar presente en este campo de la realidad: porque el cristianismo debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensión política. Critica por esto, a quienes tienden a reducir el espacio de la fe a la vida personal o familiar, excluyendo el orden profesional, económico, social y político, como si el pecado, el amor, la oración y el perdón no tuviesen allí relevancia (P.515).

En efecto, la necesidad de la presencia de la Iglesia en lo político, proviene de lo más íntimo de la fe cristiana: del señorío de Cristo que se extiende a toda la vida. Cristo sella la definitiva hermandad de la humanidad; cada hombre vale tanto como otro: "Todos sois uno en Cristo Jesús" (Gál. 3,28). Del mensaje integral de Cristo se deriva una antropología y teología originales que abarcan "la vida concreta, personal y social del hombre" (EN 29). Es un mensaje que libera porque salva de la esclavitud del pecado, raíz y fuente de toda opresión, injusticia y discriminación (P. 516-517).

Conceptos de política y de compromiso político

Deben distinguirse dos conceptos de política y de compromiso político: primero, la política en su sentido más amplio que mira al bien común, tanto en lo nacional como en lo internacional. Le corresponde precisar los valores fundamentales de toda comunidad -la concordia interior y la seguridad exterior- conciliando la igualdad con la libertad, la autoridad pública con la legítima autonomía y participación de las personas y grupos, la soberanía nacional con la convivencia y solidaridad internacional. Define también los medios y la ética de las relaciones sociales. En este sentido amplio, la política interesa a la Iglesia y, por tanto, a sus Pastores, ministros de la unidad. Es una forma de dar culto al único Dios, desacralizando y a la vez consagrando el mundo a El (LG 34). La Iglesia contribuye así a promover los valores que deben inspirar la política, interpretando en cada nación las aspiraciones de sus pueblos, especialmente los anhelos de aquellos que una sociedad tienda a marginar. Lo hace mediante su testimonio, su enseñanza y su multiforme acción pastoral P.521-522).

Segundo: la realización de esta tarea política fundamental se hace normalmente a través de grupos de ciudadanos que se proponen conseguir y ejercer el poder político para resolver las cuestiones económicas, políticas y sociales según sus propios criterios o ideologías. En este sentido se puede hablar de "política de partido". Las ideologías elaboradas por esos grupos, aunque se inspiren en la doctrina cristiana, pueden llegar a diferentes conclusiones. Por eso, ningún partido político por más inspirado que esté en la doctrina de la Iglesia, puede arrogarse la representación de todos los fieles, ya que su programa concreto no podrá tener nunca valor absoluto para todos. La política partidista es el campo propio de los laicos (GS 43). Corresponde a su condición laical el constituir y organizar partidos políticos, con ideología y estrategia adecuada para alcanzar sus legítimos fines (P. 523-524). El laico encuentra en la enseñanza social de la Iglesia los criterios adecuados, a la luz de la visión cristiana del hombre. Por su parte, la jerarquía le otorgará su solidaridad, favoreciendo su formación y su vida espiritual y estimulándolo en su creatividad para que busque opciones cada vez más conformes con el bien común y las necesidades de los más débiles (P.525).

2.3. Discípulos y misioneros en la vida pública (Aparecida, nn.501-508).

Los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social. La opción preferencial por los pobres, de raíz evangélica, exige una atención pastoral atenta a los constructores de la nueva sociedad (n.501).

Consciente de la distinción entre comunidad política y comunidad religiosa, base sana laicidad, la Iglesia no cejará de preocuparse por el bien común de los pueblos, y, en especial, por la defensa de principios éticos no negociables porque están arraigados en la naturaleza humana (n.504).

La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, social y económico exige la formación de la conciencia que se traduce en un conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas (n.505).

El discípulo y misionero de Cristo que se desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo, los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana (n.506).

Tensemos cuán necesaria es la integridad moral en los políticos (n.507).

Los obispos queremos acompañar a los constructores de la sociedad, ya que es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector, formas las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, y educar en las virtudes individuales y políticas. Queremos llamar al sentido de responsabilidad de los laicos para que estén presentes en la vida pública, y más en concreto “en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias” (n.508).

2.
4. Mensajes de los obispos del Ecuador (19-X-2007)

Nuestro País vive hoy una realidad marcada por el deseo de grandes cambios positivos que afecten profundamente la vida de la Nación para bien de todos.

Los Obispos de la Iglesia Ecuatoriana contemplamos con dolor los rostros de nuestros hermanos que sufren; entre ellos:

Muchos pobres, desempleados, emigrantes, desplazados que buscan sobrevivir con una economía informal.

Muchas mujeres son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica.

Niños y jóvenes que reciben educación de baja calidad y no tienen oportunidades de avanzar en sus estudios ni conseguir trabajo.

Comunidades indígenas y afroecuatorianas que en muchas ocasiones no son tratadas con dignidad e igualdad de oportunidades.

Niños y niñas sometidos al trabajo y la prostitución infantil.

Niños víctimas del aborto.

Nos preocupan quienes dependen de la droga, las víctimas del alcoholismo, los portadores del VIH….

Los niveles de inseguridad ciudadana, de delincuencia y violencia social son alarmantes.

Sufrimos con todos los que sufren soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. Es también alarmante el nivel de corrupción en las instituciones públicas y en las economías que involucra tanto al sector público como al sector privado, a lo que se suma una notable falta de transparencia y rendición de cuentas a la ciudadanía. Comprendemos y valoramos que el pueblo se haya manifestado masivamente a favor de UN CAMBIO.

Esperamos que la próxima Asamblea Constituyente pueda realizar los cambios más convenientes y elevamos nuestra oración al Señor para que ilumine a sus miembros.

Los Obispos de la Iglesia Ecuatoriana reunidos en Asamblea Plenaria, a la luz del Evangelio y bajo la guía de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en Aparecida-Brasil, queremos transmitirles en esta situación, la esperanza y la alegría de ser discípulos misioneros de Jesucristo Camino, Verdad y Vida que consolida los valores de nuestra identidad y desde ella da respuesta a esta dolorosa realidad.

Como pastores insistimos en unos aspectos fundamentales que deberán ser tomados en cuenta en la Nueva Constitución.

Dignid
ad de la persona humana:

Es imagen de Dios con su yo insustituible. El Estado nace de la interrelación de las personas para promover la expresión y el desarrollo de las mismas.

Educación:

Centrada en la persona humana y sus grandes valores. Educación de calidad para todos. La educación en libertad creativa, dentro de un marco común acordado en el Estado, es indispensable para que los ecuatorianos desarrollemos nuestras potencialidades. El Estado garantice el derecho que tienen los padres de familia a escoger libremente la educación de sus hijos y a promoverla dentro de un marco común acorde a nuestra identidad nacional.

Familia-vida:

El Estado garantice y proteja la vida humana, como derecho primario inalienable de toda persona. Ninguna autoridad puede lesionar directa o indirectamente este derecho.

El Estado y las Leyes protejan a la familia, formada por un hombre y una mujer, origen de la vida y célula fundamental de toda sociedad. Favorezcan la paternidad responsable y la unidad de la familia en la procreación.

El Estado y las Leyes protejan la vida desde su concepción hasta su fin natural y favorezcan su desarrollo y crecimiento en salud, seguridad, educación, trabajo, como medios para evitar su desintegración.

El Estado proporcione servicios médicos asequibles a todos los ecuatorianos.

Corrupción y pobreza:

El Estado garantice la creación de los elementos necesarios para que los ciudadanos, las funciones del Poder Público y los órganos de control impidan su corrupción en todas sus formas.

Los organismos del Estado, en todos sus niveles, promoverán planes y programas de desarrollo para erradicar la pobreza y prestar atención preferencial a los sectores menos favorecidos de la sociedad.

Estructuras del Estado:

Las reformas que requiere la estructura del Estado en las actuales circunstancias deben tender al robustecimiento de la unidad nacional y de una democracia real y participativa basada en la persona y en la que se alcance la necesaria equidad y armonía entre el bien común y los intereses particulares.

Sentimos como Buena Nueva la Dignidad Humana y bendecimos a Dios por la dignidad de la persona humana, anterior al Estado, creada a su imagen y semejanza. Le alabamos por los hombres y mujeres que en el Ecuador, movidos por su fe trabajan incansablemente en defensa de la dignidad de la persona humana, especialmente de los pobres y marginados.

En los mismos términos se dieron también los mensajes anteriores:

Mensaje de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana ante las próximas elecciones (21-IX-2006)

Invitamos a todos los ciudadanos a ejercer su derecho al voto con libertad y responsabilidad. Para ello es de importancia decisiva el conocer el pronunciamiento de los candidatos al menos sobre estos aspectos: el rescate de la moralidad pública, la familia y la defensa de la vida, una educación de calidad para todos, las políticas sociales.

Mensaje de los Obispos del Ecuador ante el actual proceso electoral (20-X-2006)

Con nuestros ciudadanos deseamos cambios profundos, necesarios para recobrar optimismo y acortar la enorme brecha entre ricos y pobres, produciendo más y distribuyendo mejor. Volvemos a recoger este deseo en las inquietudes, que creemos deben ser respondidas por nuestro próximo gobernante: al acceso de los enfermos a la salud; el rescate de la moralidad pública; la atención a la familia y la defensa de la vida; una educación de calidad en libertad para todos; las políticas sociales que lleven a mejorar la condición de vida de campesinos, trabajadores, promoción de clases pobres y marginadas. El cumplimiento de estos compromisos servirá para fortalecer nuestra identidad y sentirnos orgullosos de ella… Pidamos al Señor de la Vida bendiga a nuestro pueblo y oriente el camino de nuestra nación para el bien de todos.


Conclusión

Bienaventuranzas del dirigente político

Termino esta reflexión con las palabras del Cardenal Francisco Javier Yan Thuan (encarcelado injustamente por trece años en su país), anterior presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”. Estas palabras actuales, autorizadas, colmadas de sabiduría evangélica, sintetizan los deberes de la política y de los políticos:

Bienaventurado el dirigente político que entiende su papel en el mundo.

Bienaventurado el dirigente político que ejemplifica personalmente la credibilidad.

Bienaventurado el dirigente político que trabaja por el bien común y no por intereses personales.

Bienaventurado el dirigente político que es sincero consigo mismo, con su fe y con sus promesas electorales.

Bienaventurado el dirigente político que trabaja por la unidad y hace de Jesús el apoyo de su defensa.

Bienaventurado el dirigente político que trabaja por el cambio radical, se niega a llamar bueno lo que es malo y utiliza el Evangelio como guía.

Bienaventurado el dirigente político que escucha al pueblo antes, durante y después de las elecciones y que siempre escucha a Dios en la oración.

Bienaventurado el dirigente político que no tiene miedo de la verdad ni de los medios de comunicación, porque en el momento del juicio responderá sólo ante Dios, no ante los medios de comunicación.


Bibliografía utilizada:
Cartilla de la escuela social “Monseñor Leonidas Proaño”: La Política, ISAMIS, Lago Agrio, 1990.
Fe y compromiso político, Vicaría Oriental. Arquidiócesis de Cuenca, 2004.
Maccise, Camilo, “Fe y política según el Magisterio de la Iglesia”, en Cammini di libertá, Roma, 2003.
VATICANO II. Gaudium et spes (1965).
Documentos de Puebla (1979)
Documentos de Aparecida (mayo 2007).
Documentos de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, 2006-2007
Conferencia del Cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, en Argentina, el 8-X-2007, sobre Política y Valores.



[1] Mgt. Juan Arias Luna, docente de la Universidad Politécnica Salesiana en Quito. Carrera de Teología Pastoral.

jueves, noviembre 29, 2007

Leyendo el poder en la era de la información

Javier Torres Vindas
sociólogo costarricense

Diferencias entre comunicación e información.

Tesis a discutir. Comunicación supone la existencia o la posibilidad de una relación de doble sentido entre quien inicialmente envía información y quien la recibe. Comunicarse indica una acción recíproca plenamente activa, un intercambio de algo, de sentimientos o de informaciones a través de signos, gestos, imágenes o palabras. Esta relación de comunicación es más rica que la de información ya que surge esencialmente de las reacciones a cada estímulo o dato proporcionado. Una vez recibido, el receptor se transforma en emisor invirtiendo las posiciones respectivas. La información sería un concepto comparable a una corriente de dirección única, una línea recta que va del sujeto receptor y produce en él determinados efectos[1].

Comunicación e información pertenecen a un proceso más amplio, a saber, el discurso. ¿Qué es el discurso? Es la disertación sobre cualquier tema que involucra una interacción social mediada por la materialidad sígnica apostada en tal proceso y que determina no sólo el contenido sino ante todo la forma del mismo discurso. Todo discurso permanece inserto dinámicamente (aunque su apariencia indique su cristalización) dentro de los entramados de prácticas cotidianas (gestos, trámites institucionales, relaciones cara a cara, trabajo, estudio, desplazamiento por la ciudad, etc.) puesto que tienen la función de recomponer una comprensión dialógica del fondo u "horizonte" parcialmente alterado por la intervención de los diversos actores involucrados. Estas prácticas cotidianas discursivas (textualizaciones) responden en un nivel más profundo a configuraciones (siempre dinámicas) ideológicas, las cuales responden a configuraciones sociales o entramados sociohistóricos específicos en espacio y tiempo; más no por ello desligados de su pasado y irresponsables de su futuro.

Dentro del juego de las relaciones sociales cotidianas todo individuo se encuentra tensionado por Escila y Caribdis: la acción y el discurso. Su acción responde a necesidades de producción y reproducción de sus condiciones materiales de existencia, toma decisiones acordes al espectro de posibilidades presentes. Así mismo, el discurso individual responde a la doble necesidad: verdad y justificación[2]. Así, la verdad dista mucho de la "aceptabilidad racional" pues siempre ejerce su peso la acción, pero además, la verdad se ve compelida por el circuito de significaciones sociales en competencia.

Lo anterior nos lleva a preguntarnos,¿Cuál es el papel de la propaganda[3] en la era de la información? Empecemos con un ejemplo de “shock” tomado de Capítulo 6 “Los estudiantes Universitarios” por López Maya, Margarita Protesta y cultura en Venezuela: los marcos de acción colectiva en 1999 (Colección Becas de Investigación) 171 P. Argentina: CLACSO, 2002. Publicaciones de FLACSO 2001-2002, presentación en CD-ROM, que versa:

Por otra parte, también están presentes conceptuaciones de la protesta como un medio del que disponen los estudiantes universitarios para hacerse propaganda. En las protestas hacen públicas sus demandas y sus opiniones, y muchos las consideran herramienta de denuncia, el medio para que el pueblo conozca sus pronunciamientos, su instrumento para crear opinión. Esta idea de la protesta como propaganda la encontramos muy repetida en todos los eventos. Un participante de la protesta contra el FMI, consultado acerca de la planificación de ese evento, dijo: No, no, en realidad yo no tengo ese cronograma, pero, pero, sea cual sea la ruta, lo que queremos principalmente es eso, que la población se entere de, de, de la voz que estamos llevando, y, y de que se unan, pues, de que se unan en contra de, en contra de, de todas estas cosas

Para el ámbito doxológico toda propaganda, con frecuencia, se construye con distorsiones de los hechos y de llamamientos a la pasión y a los prejuicios. De allí que a menudo es considerada como falsa o engañosa. Es decir, propaganda, manipulación y desinformación adquieren una axiología peyorativa.

Antes de irrumpir en el análisis detallado y sociocrítico de la propaganda en la era de la información impugnemos una simple tipología (taxonomía) de la propaganda y su recensión social. Para ello utilizaré tres tipos ideales de ciudadanos frente al fenómeno social que deseamos analizar.[4]

Para el “ciudadano común” padece la tormenta informacional a la que se ve sometido, la cual no le permite discernir que es propaganda y que no. Su único criterio defensivo, es algún otro sujeto interdiscursivo le informe de tales distorsiones propagandisticas.

Por su parte, para el “ciudadano bien informado” toda propaganda puede ser difundida para o por personas, empresas, minorías étnicas, organizaciones religiosas o políticas y gobiernos a cualquier nivel. Para él o ella, miles de grupos con intereses específicos difunden propaganda: sociedades patrióticas, ligas antialcohol, comités de prevención de accidentes y de seguridad vial, asociaciones que promocionan la conservación del medio ambiente o que defienden los derechos de los animales, sindicatos y cámaras de comercio. Sea cual sea su objetivo, intenta la persuasión a través de los sentimientos o de la razón.

Pero para el criterio de experto la propaganda adquiere otras difuminaciones más finamente acometidas. Así, Noam Chomsky afirma:

“Cuando un Estados Unidos lleva a cabo un acto de agresión su sistema de propaganda es el responsable de justificarlo y de eliminar las verdaderas razones sustituyéndolas por pretextos aceptables”[5]

Es decir, para el ethos cientista social [ciudadano experto] la propaganda es preponderantemente articulada desde los nichos de interés de los poderes instituidos. En categorías sociológicas esto se traduce como procedente desde los grupos de dominancia en los diversos campos de análisis estructurados-estructurantes y los habitus allí operantes (sigo a Bourdieu).

Por su parte, para el ciudadano bien informado [que posee un panorama mayor] la propaganda responde a los actos publicitarios de los diversos actores sociales que a través de los medios a los cuales tienen acceso difunden sus apuestas ético-discursivas.

Finalmente, el ciudadano común, se ve bombardeado de información e impedido por sus propios medios de discernir frente a tales niveles de hostilización y saturación informacional de la era de la información; lo cual no quiere decir que tome partido una vez que a través de diversas posibilidades contingentes sea iluminado de tal o cual “propaganda, malintención y/o desinformación” que atente vitalmente contra él o ella.

Obviamente en esta tipología resalto intencionalmente la fragmentación individualista[6] a la que estamos sometidos (referida en nota tres del presente texto), para dar pie conceptualmente a los procesos de agregación colectiva o articulación de los diversos actores sociales (bien informado, expertos, ciudadano común) frente a los embates propagandísticos y hacer notar con todo su peso óntico que tales tomas de posición son ético-políticas[7] y en ellas cada quien articulado con otros sujetos sociales se juegan su identidad frente a los otros sujetos que hacen lo mismo pero con la ventaja propia de la estratificación social.

Con lo expuesto podemos notar que, la propaganda consiste en la acción o efecto de dar a conocer una cosa con el fin de atraer adeptos o compradores; es débil o poco adecuada para que un sociólogo de cuenta de tal fenómeno social. Al no poder acometer el análisis desde dicho predicado, propongo una más dinámico y operativo que se decanta lo desarrollado hasta el momento.

Toda propaganda consiste en difusión de ideas e información con el fin de inducir o intensificar actitudes y acciones específicas. De allí se decantan tres elementos formales de toda propaganda:

  1. Estas acciones y actitudes son probabilísticas.

  1. Toda propaganda responde a las posibilidades de que otros actores sociales sean seducidos a realizar los actos esperados por quien se publicita. En ello nos es imprescindible la noción de poder Foucault[8].

  1. Toda propaganda posee intenciones ideológicas[9].

De ellas es la tercera quien concentra la verdadera naturaleza del problema en tratamiento “PORPAGANDA-ERA DE LA INFORMACIÓN”, es decir, el carácter ideológico de la propaganda y sus incidencias desinformacionales.

De lo anterior podemos pues concluir como premisa de trabajo que si tomamos una propaganda “n” (i.e. Invasión USA a Panamá en 1989, las campañas por TLC, el zapartismo en la red, el proceso Bolivariano, el mundial Alemania 2006, la campaña de Oscar Arias, las elecciones estudiantiles por FEUCR, las campañas de Coca Cola, Nike, Adidas, la página de promoción de la carrera de sociología de la UCR, el mito de Paulo Coelho, las campañas contra el dengue, etc.) dada podemos acceder de manera "mediada" a deconstruir la cadena o configuración dinámica a la cual corresponde. Para ello procederemos a determinar al menos: génesis, estructura, función, forma. En este último punto la "forma" es de donde parte el análisis. Toda forma es sedimentación de contenido. Toda forma es intencionalidad que se materializa. Toda forma es una configuración estética del contenido latente. Este contenido responde a una coherencia con su trasfondo ideológico de configuración.



[1] La desinformación será entendida para los propósitos de este examen, como la estrategia de divulgar noticias a través de la prensa, radio, televisión o cualquiera que sea el medio, con la clara intención de controlar, manipular, dirigir y llevar a confusión a la opinión pública. La desinformación presenta como verdadera, información que puede ser tanto cierta como engañosa. Nos encontramos así falsedades, verdades a medias, y con mentiras.Procedimientos más habituales en la desinformación:La desaparición, allá donde hubo, no hay - supresión u olvido intencionado - La creación o invención de mundos (el de la imagen televisión, gabinetes de prensa...) La transformación por la calificación o descalificación del objeto de referencia.

[2] Esto nos remite al tema anterior y nos permite reintroducir lo vedado al no asumir el tema de la desinformación y la opinión pública. Que efectivamente tomaremos aquí en cuenta.

[3] Históricamente fue la Iglesia Católica la primera que empleó el término propaganda, al constituir la “Sacra Congregatio de Propaganda Fide” para combatir la Reforma Protestante entre el siglo XVI y XVII. Sin embargo el fenómeno como tal y bajo diferentes formas (imagen, estatuas, etc.) existía desde los tiempos más lejanos, reyes egipcios, Alejandro Magno, emperadores, Roma.

[4] Sostengo tres tipos ideales de ciudadanos en la era de la información: ciudadano común, ciudadano bien informado y experto.

[5] Chomsky, N (2000) Cartas de Lexinton; Reflexiones sobre la propaganda. Editorial Siglo XXI. Pág. 18. Dicho texto es una compilación de los artículos de este autor, aparecidos desde 1990 en el periódico de crítica a los medios de comunicación “Lies of Our Times” (mentiras de nuestro tiempo/Times) LOOT=saqueo [esta ultima referencia nos es ya anunciada por Walter Benjamín e sus afamadas Tesis de Filosofía de la Historia de 1940 y su idea de botín]. Donde el mismo Chomsky dice enfáticamente el motivo neural de los textos allí presentados: “el genio de la democracia estadounidense ha consistido en mantener aisladas entre sí a las personas, sin asociaciones u otras modalidades de información e intercambio que pudieran inocularles alguna (temible) sustancia a las estructuras democráticas” (p.9) Regalando el tono metafísico-sustancialista del argumento y el referente “democrático” hemos de advertir que el motivo ético-político de este autor estos textos deviene del proceso desinformacional que acertadamente ubica en la FRAGMENTACION de las formaciones sociales modernas y que es sumo interés para los sociólogos. Respecto a este tema ver: Binder, A (1994) “La sociedad Fragmentada” En Pasos Especial #3. DEI, San José Costa Rica.

[6] Esta premisa es básica, si se comprende al tener en cuenta que a pesar de la existencia de un proceso creciente y acelerado de individualización que se le impone a los individuos concretos, tal proceso responde a una coherencia sistémica de producción y reproducción de lo que llamamos "sociedad burocrática de consumo dirigido" (H.Lefebvre). Así, la capacidad de un individuo cualquiera dentro de una configuración social para poder sobrellevar el vaciamiento y el miedo no pasa prioritariamente [como el pensamiento doxológico cree, aun cuando se apoye en el discurso científico] por decisiones racionales con arreglo a fines, orientadas acorde a las propias preferencias individuales, sino que ha de pasar por la vía en donde los participantes se reconozcan mutuamente como sujetos en trama social, dependientes unos de otros, responsables de sus congéneres, capaces de asumir la propia y la "extraña" altura de sujeto humano. En fin, que se reconozcan las capacidades de acción y justificación discursiva de los actos. Esto último remite a la capacidad que tendrían los diversos individuos de poder orientar y legitimar responsablemente sus propia biografía en contraste con un "horizonte" de valores humanamente creados, es decir, sociohistóricamente fundados, creando espacios de acompañamiento y reconocimiento

[7] Ético-político es asumido en su devenir weberiano, que asume estas acciones sociales cargadas de sentido, que involucran todos aquellos mecanismos u estrategias que utilizamos en la vida cotidiana para alcanzar ciertos fines. Son los medios que aplicamos para nuestros objetivos de interés que pueden ser tanto de carácter individual, como colectivo: las instituciones, la familia, la iglesia, etc.

[8] Para una revisión de mi interpretación de dicho argumento presentado ver: Torres, J. “Foucault y la Jaula de Hierro” En Revista Anotaciones Sociológicas, Año III, Número 5, Junio 2005

[9] ¿Qué entender por ideología? Ideología en este escrito responde a una dimensión de la sociabilidad fundamental que da cuenta las relaciones sociales y la justificación que se da de las mismas por un colectivo social. Toda ideología nace de la división del trabajo, esta ligada sustantivamente a las estructuras de poder (condición y producto, a la vez). Sus rasgos sobresalientes son: (a) No son arbitrarias, son orgánica e históricamente necesarias, forman el entramado de sentido donde los hombres y mujeres producen y reproducen su quehacer, (b) Poseen una función específica dentro de una configuración social, por un lado ocultan y desplazan las contradicciones sociales y por otro reconstituyen una coherencia discursiva de orientación sobre lo que acontece desde las relaciones sociales, (c) Son articulaciones de conjuntos y subconjuntos de discursos más o menos móviles, más o menos contradictorios, más o menos coherentes; que permanecen opacos a los diversos agentes que hacen uso de ellos, (d) Se materializan o institucionalizan en prácticas más o menos palpables.

martes, noviembre 20, 2007

Jesús va en Rolls-Royce a la iglesia del Reverendo Dollar

Jorge Majfud
The University of Georgia


En un movimiento político algo inusual, el senador republicano por Iowa, Charles Grassley, ha iniciado una investigación sobre posibles malas prácticas económicas de los mayores televangelistas de Estados Unidos. De ahí se ha derivado al cuestionamiento sobre una práctica común en la mayoría de los países del continente: las iglesias están eximidas de pagar impuestos, mientras sus líderes, pastores y empresarios se vuelven cada día más ricos. Esta práctica de privilegio para las iglesias se ampara, en Estados Unidos y en América Latina, bajo el aceptado principio de libertad de religión. No está claro, sin embargo, por qué el pago de impuestos por parte de una iglesia podría significar un ataque a la libertad de culto. La prescripción de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios no corre en estos casos. Ni siquiera cuando el César es el pueblo mismo que debe trabajar para mantener estas fabulosas estructuras lucrativas.

En una reciente entrevista en vivo por CNN (7 de noviembre), Kyra Phillips y Don Lemon cuestionaron a nuestro vecino de College Park de Georgia, el multimillonario reverendo Creflo Dollar, por poseer dos Rolls-Royces, jets privados, casas y apartamentos de varios millones de dólares cada uno además de una iglesia multimillonaria enriquecida por las donaciones de ricos y pobres, muchos de ellos con serias dificultades económicas.

Estos ministerios califican como iglesias y no están obligados a llenar declaraciones de impuestos como sí deben hacerlo otras “non-profit organizations” (organizaciones sin fines de lucro). La tradición de justificar las riquezas materiales mientras se predica el desprendimiento de lo mundano para la salvación del alma es muy antigua. La Iglesia Católica —con excepciones, como los teólogos de la liberación y otros “curas de barrio”— ha sido, desde hace mucho tiempo, especialista en la materia. En el caso de las megaiglesias protestantes, además de una práctica empresarial, la tradición está apoyada por la ética calvinista: la riqueza no es un obstáculo para entrar al Paraíso sino una prueba de las preferencias de Dios que ha resuelto castigar a los pobres por su pobreza. Este aspecto teológico es muy semejante al karma hindú y sus resultados sociales también: la moral de la casta alta es consumida, principalmente, por las castas más bajas. En todo caso, los pobres sirven para que los ricos ejerzan su compasión pagando periódicamente impuestos morales que más tarde servirán para financiar su retiro en el Paraíso.

Uno de los periodistas de Atlanta le recordó al reverendo Dólar la recomendación que hiciera Jesús al joven rico que fue a pedirle consejo, de desprenderse de sus bienes materiales para entrar al Reino de los cielos. Recomendación que terminó con la tristeza del hombre rico y la observación del Maestro sobre la dificultad que podía tener para entrar al Cielo, como la de un camello que quisiera pasar por el ojo de una aguja. No obstante, el reverendo Dólar razonó que si eso fuese exactamente así, ningún rico podría entrar al Paraíso. De este razonamiento se deduce que el Mesías debía estar bromeando o tal vez exageraba un poco. Está bien que el Hijo de Dios haya bajado a la tierra con un montón de utopías subversivas, pero tampoco era para tanto. Con la realidad no se puede.

Citando artículo y versículo correspondiente, el reverendo recordó que, en realidad, Jesús había dicho que por cada cosa que uno se desprenda iba a recibir un premio multiplicado varias veces. Algunos pensamos que Jesús se refería aun premio moral o al Reino de los Cielos; no al Reino del Dinero. Pero siempre es tiempo de aprender. Por esta nueva razón teológica, según el Evangelio del Dinero, la riqueza de un hombre con fe —con fe en el Señor— significa que ha sido premiado por el Cielo por su hábito de desprenderse generosamente de una parte de sus posesiones. No otra es la lógica de la Bolsa de valores: quien invierte, se desprende de algo para multiplicarlo. Ningún empresario razonable espera invertir un dólar en Wall Street, en Amsterdam o en Shanghai y recibir un beso o el ascenso espiritual del que hablaba el Buda. Se espera recibir más de lo mismo: dinero, capitales, beneficios financieros. Aquí, los valores no son valores morales ni un bien es lo que se opone al mal.

En el siglo XVI invertir en indulgencias significaba que por unos cuantos florines de oro un violador podía obtener el perdón del Vaticano y, consecuentemente, el perdón de Dios. Más antiguo, y todavía en curso, es el lavado de la conciencia con el buen uso de la limosna. La institución de la limosna es fundamental, porque el desprendimiento debe ser voluntario y sin comprometer las ganancias. Como dicen muchos conservadores religiosos por televisión, con su eterna ansiedad proselitista, sólo así, por un acto de voluntad, se prueba la bondad del donante. Si la bondad pasa por el Estado, mediante el compulsivo cobro de impuestos a los ricos, esos elegidos de Dios, se comete un sacrilegio. Dios no puede distinguir quiénes pagan impuestos de buena gana y quiénes lo hacen con rencor. Tampoco puede Dios recibir en el Paraíso a toda la Humanidad. Así no se vale. El Paraíso es un resort VIP con acceso limitado, no un derecho democrático. Algunas iglesias, incluso, han definido el número exacto de miembros posibles. Como si en el día de la creación de la Humanidad, Dios se hubiese divertido imaginando un Infierno eterno donde arderían sus pequeñas creaciones, para regocijo de sus pocos preferidos que contemplarían desde las alturas semejante espectáculo de tortura colectiva o, peor, dando vuelta la cara al horrible destino de sus hermanos. No vamos a decir que necesitamos un Dios más humanista, porque se supone que hay Uno solo. No vamos a decirle a Dios lo que tiene que hacer. En todo caso, no haría mal una lectura más humanista de las Sagradas Escrituras para dejar de atribuirle conductas tan sectarias, materialistas y llenas de odio al creador de Todo.

El mexicano José Vasconcelos, fervoroso opositor de la hegemonía norteamericana, recordó en La raza cósmica (1925) una fiesta diplomática en Brasil: “Contrastó visiblemente la pobreza de la recepción americana con el lujo de otras recepciones; pero en honor a la verdad, a mí me parece admirable y digno de imitación el proceder yanqui, pues no tienen los Gobiernos el derecho de hacer derroches con el dinero del pueblo”. Sin embargo, así como Estados Unidos había sido fundado por revolucionarios que se oponían a la tradición monárquica y religiosa de Europa y ahora se identifica con los valores opuestos del conservadurismo ortodoxo, así también el original espíritu “republicano” que fue sinónimo de austeridad y democracia hoy representa la ostentación y el elitismo. Así también el cristianismo primitivo fue todo lo contrario al hoy triunfante cristianismo del emperador (San) Constantino.

Casi al final de la entrevista, el periodista le preguntó si pensaba que Jesús hubiese andado en un Rolls Royce, a lo que el reverendo Dólar contestó, con calma, algo así como: “Pienso que sí. ¿Por qué no? El Señor anduvo en un burro en el que ningún otro hombre antes había andado”.

Dejo al lector que descubra la lógica de este reverendo razonamiento teológico.

lunes, noviembre 19, 2007

Retirada sostenible

Leonardo Boff
teólogo brasileño

A los grandes medios de comunicación les pasó desapercibido el impresionante discurso que el presidente de Bolivia, Evo Morales, pronunció el pasado octubre en las Naciones Unidas. Habló menos como jefe de Estado y más como un líder indígena cuya visión de la Tierra y de los problemas ambientales está en clara confrontación con el sistema mundial imperante. Denuncia sin rodeos: «la enfermedad de la Tierra se llama modelo de desarrollo capitalista», que permite la perversidad de que «tres familias posean ingresos superiores al PIB de los 48 países más pobres», y que hace que «Estados Unidos y Europa consuman en promedio 8,4 veces más que la media mundial». E hizo esta sabia reflexión de graves consecuencias: «ante esta situación, nosotros, los pueblos indígenas y los habitantes humildes y honestos de este Planeta, creemos que ha llegado la hora de hacer un alto para reencontrarnos con nuestras raíces, con el respeto a la Madre Tierra; con la Pachamama, como la llamamos en los Andes».

La alarma ecológica provocada por el calentamiento global ya iniciado debe producir este primer efecto: que hagamos una parada para repensar el camino hasta ahora andado y para crear nuevos modelos que nos permitan continuar juntos y vivos en este pequeño planeta. Tenemos que reencontrar nuestras raíces terrenales. Urge que reconquistemos la conciencia de que hombre viene de humus (tierra fecunda) y que Adán viene de Adamah (tierra fértil). Somos Tierra que siente, piensa, ama y venera. Y ahora, debido a un trayecto civilizatorio de alto riesgo, montado sobre la explotación ilimitada de todos los recursos de la Tierra y de la voluntad desenfrenada de dominación sobre la naturaleza y sobre los otros, hemos llegado a un punto crítico en el que la supervivencia humana corre peligro.

No podemos continuar tal como vamos o iremos al encuentro de nuestra propia destrucción. Todavía recientemente Gorbachev observaba: «necesitamos un nuevo modelo civilizatorio porque el actual llegó a su fin y agotó sus posibilidades; tenemos que llegar a un consenso sobre nuevos valores o en 30 ó 40 años puede que la Tierra exista sin nosotros». ¿Conseguiremos un consenso mínimo cuando sabemos que el capitalismo y la ecología obedecen a dos lógicas contrarias? El primero se preocupa de cómo ganar más dominando la naturaleza y buscando el beneficio económico, y la ecología de cómo producir y vivir en armonía con la naturaleza y con todos los seres. Hay aquí una incompatibilidad de base. O el capitalismo se niega a sí mismo y crea así espacio para el modo sostenible de vivir o nos llevará fatalmente al destino de los dinosaurios.

Pero confiamos, como Evo Morales, que en su discurso enfatizó: «tengo total confianza en el ser humano, en su capacidad de razonar, de aprender con sus errores, de recuperar sus raíces y de cambiar para forjar un mundo justo, diverso, inclusivo, equilibrado y armónico con la naturaleza».

Nos consuela la sentencia del poeta alemán Hölderin: «Cuando es grande el peligro, grande es también la salvación». Cuando, dentro de unos años, alcancemos el corazón de la crisis y todo esté en juego, entonces valdrá la sabiduría ancestral y del cristianismo de los orígenes: «en caso de extrema necesidad, todo se vuelve común». Capitales, saberes y haberes serán participados por todos para poder salvar a todos. Y nos salvaremos, con la Tierra.

viernes, octubre 05, 2007

Economía de guerra

Federico Mayor Zaragoza
Presidente Fundación Cultura de Paz

La violencia no debe justificarse nunca. Pero debe estudiarse para conocer sus orígenes, para contribuir a evitarla y a prevenirla. Dos raíces principales: la miseria y el miedo. Hay que situarse en la piel de los millones de seres humanos, que viven en condiciones inhumanas. Las promesas para mejorarlas, reiteradas por los países más prósperos, se han frustrado casi siempre. Y con el transcurrir de días y años en esta situación de desamparo, de exclusión, de humillación, se van extendiendo los sentimientos de frustración, de animadversión, de rencor, de radicalización, hasta el punto de que ya ninguna solución parece posible. Y es entonces cuando estalla, a veces, la reacción violenta.

Los líderes de la Tierra deberían ver cómo transcurre la vida diaria de la mayor parte de la gente. Cómo son los caldos de cultivo en los que se colman los vasos de la paciencia y de la serenidad y, un día, de pronto, los hombres gritan: "¡Basta!", y, sin aguardar más usan la fuerza. La FAO da cifras estremecedoras: alrededor de 60.000 personas mueren cada día de inanición. ¿De verdad buscan “armas de destrucción masiva?”. Su nombre es hambre.

Las brechas que separan a los prósperos de los necesitados han aumentado; los desgarros en el tejido social se han intentado restañar con balas en lugar de con ayudas, diálogo y entendimiento.

Se quiera o no reconocer, a finales del año 2007 estamos abocados a una economía de guerra que concentra en muy pocas manos el poder económico, y que recurre a toda clase de pretextos para alcanzar colosales proporciones. La guerra de Iraq, basada en supuestos falsos, fue un gran impulso para la maquinaria bélico-industrial. Ahora, a los escudos antimisiles, que representan la ruptura de los acuerdos tan difícilmente alcanzados al término de la guerra fría, se añade el rearme masivo no sólo de Israel sino de todos los países del Golfo: 46.000 millones de euros. “Si quieres la paz, prepara la guerra”.

La amenaza a Irán costará miles de vidas, víctimas del círculo vicioso de la economía de mercado, que perpetúa la pobreza, y de la economía de guerra, que intenta solucionar una vez más los grandes retos de la humanidad por la fuerza. Estados Unidos lidera y los demás países prósperos dejan hacer. La Unión Europea, que debería ser símbolo de la cultura de paz y de la democratización en el mundo, sigue ocupada en problemas estructurales que le impiden llevar a cabo su misión de guía y de vigía.

Es urgente humanizar la globalización, reducir las desigualdades y conseguir que los flujos migratorios constituyan una opción y no el camino forzado de los marginados. Poner a los seres humanos como objetivo prioritario. Al amparo de la lucha contra el terrorismo, los regímenes autoritarios promulgan leyes restrictivas de las libertades y se saltan, ante unos aliados que asienten o que miran hacia otro lado, las normas jurídicas de amparo de los prisioneros para evitar la tortura y el tratamiento indebido. La seguridad no debe garantizarse a costa de los derechos humanos.

La globalización no repara en las condiciones laborales, en los mecanismos de poder, en el respeto de los derechos humanos. A través de megafusiones, el panorama mundial no sólo se ha enrarecido e incrementado en desigualdades sino que se han desvanecido las responsabilidades que correspondían a quienes desempeñaban las funciones de Gobierno en nombre de sus ciudadanos. No sólo los aspectos económicos y sociales, sino el impacto ambiental, la uniformización cultural, el decaimiento de las referencias morales dependen en buena parte del poder sin rostro de grandes empresas multinacionales.

Es apremiante que los líderes occidentales se den cuenta de que “estar muy bien en casa” no puede hacerse a costa de muchos habitantes de la Tierra. El destino es común. Y no sirve de nada cerrar puertas y ventanas. Y menos aún convertirlas en espejos de complacencia. Es hora de responsabilidad. De pasar de la fuerza al diálogo, a la democracia auténtica. Es tiempo de llevar a efecto la profecía de Isaías: “Convertirán las lanzas en arados”. Que nadie diga que no es posible. Que lean el discurso La estrategia de paz, del presidente John F. Kennedy, en la American University de Washington DC el 10 de junio de 1963: “No podemos aceptar que la paz sea inalcanzable, que nos hallamos bajo el efecto de fuerzas que no podemos controlar. Ningún problema del destino de la humanidad está más allá de la capacidad creadora de los seres humanos”.

jueves, septiembre 13, 2007

Felicidad Interna Bruta

Leonardo Boff
teólogo brasileño

Bután es un pequeñísimo reino hereditario en las faldas del Himalaya, entre China, la India y el Tibet. Sólo tiene dos millones de habitantes, y su ciudad mayor es la capital, Timfú, con cerca de cincuenta mil habitantes. Está amenazado de desaparecer dentro de pocos años, en caso de que los lagos del Himalaya, que están creciendo por el deshielo, se desborden avasalladoramente. Gobernado por un rey y por un monje que tiene casi la autoridad real, es considerado uno de los menores y menos desarrollados países del mundo. Con todo, es una sociedad sumamente integrada, patriarcal y matriarcal simultáneamente, dado que el miembro más influyente se transforma en jefe de familia.

Bután posee algo único en el mundo y que todos los países deberían imitar: el «índice de felicidad interna bruta”. Para el rey y el monje gobernantes, lo que cuenta en primer lugar no es el PIB, Producto Interno Bruto, medido a base de todas las riquezas materiales y servicios que un país ostenta, sino la Felicidad Interna Bruta, resultado de las políticas públicas, del buen gobierno, de la equitativa distribución de la renta que resulta de los excedentes de la agricultura de subsistencia, de la ganadería, de la extracción vegetal, de la venta de energía a India, de la ausencia de corrupción, de la garantía general de educación y salud de calidad, con carreteras transitables en los valles fértiles y en las altas montañas, pero especialmente como fruto de las relaciones sociales de cooperación y de paz entre todos. Eso no ha llegado a impedir conflictos con Nepal, pero tampoco ha desviado el propósito humanístico del reino. La economía, que en el mundo globalizado es el becerro de oro, comparece sólo como uno de los items en el conjunto de los factores a ser considerados.

Por detrás de este proyecto político funciona una imagen multidimensional del ser humano. Concibe al ser humano como un nudo de relaciones orientado en todas las direcciones, que tiene sí hambre de pan, como todos los seres vivos, pero que principalmente se mueve por el hambre de comunicación, de convivencia y de paz, que no pueden ser compradas en el mercado o en la bolsa. Función de un gobierno es atender a la vida de la población en la multiplicidad de sus dimensiones. Su fruto es la paz. En la inigualable comprensión que la Carta de la Tierra elaboró sobre la Paz, ésta «es la plenitud que resulta de las relaciones correctas consigo mismo, con otras personas, con otras culturas, con otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte (IV, f).

La felicidad y la paz no son construidas por las riquezas materiales y por las parafernalias que nuestra civilización materialista y pobre nos presenta. En el ser humano ella ve sólo un productor y un consumidor. Lo demás no le interesa. Por eso, tenemos tantos ricos desesperados, jóvenes de familias sin problemas económicos que se suicidan por no encontrar ya sentido en la abundancia. La ley del sistema dominante es: quien no tiene, quiere tener; quien tiene, quiere tener más; y a quien tiene más no le parece suficiente. Olvidamos que lo que nos trae la felicidad es el relacionamiento humano, la amistad, el amor, la generosidad, la compasión, el respeto... realidades que valen pero que no tienen precio. Lo dramático está en que esta civilización humanamente pobre está acabando con el Planeta con el afán de ganar más, cuando lo importante sería tratar de vivir en armonía con la naturaleza y con los demás seres vivos.

Bután nos da un bello ejemplo de esta posibilidad. Sabia ha sido la observación de un pobre de nuestras comunidades, que ha comentado: «Aquella persona es tan pobre tan pobre, que sólo tiene dinero». Y, realmente, era muy infeliz.

viernes, septiembre 07, 2007

Enfermedades mentales superan al cáncer y a las cardiopatías

Jeremy Laurance
(The Independent)

Males como la depresión son estigmatizados y desdeñados en muchos países

Cada año 30 por ciento de la población mundial sufre algún desorden sicológico, según estudio

Una alianza internacional de especialistas en salud mental ha lanzado una campaña para cambiar el enfoque de la atención mundial de los desórdenes del cuerpo a los trastornos de la mente.

Cada año alrededor de 30 por ciento de la población mundial sufre de alguna forma de desorden mental y, sin embargo, al menos dos terceras partes de los afectados reciben tratamiento inadecuado o ninguno, aun en países que disponen de los mejores recursos.

La enfermedad mental supera al cáncer y a las cardiopatías como causa de mala salud crónica, sobre todo por la naturaleza discapacitante de la depresión y de los problemas con el alcohol y las drogas, pese a lo cual recibe apenas una fracción de los recursos que se invierte en aquellos padecimientos orgánicos.

En una serie de artículos publicados en The Lancet, expertos de la Organización Mundial de la Salud, la Escuela de Higiene de Londres y el Instituto de Siquiatría del Reino Unido hacen un llamado a los gobiernos y organizaciones médicas del mundo para que incrementen los fondos destinados a la salud mental y la pongan en el centro de sus estrategias de salud.

Persiste cifra negra

Hasta 14 por cierto de la carga de enfermedades a nivel global se atribuye a trastornos mentales, según estimaciones de la OMS en 2005. Sin embargo, esos padecimientos son estigmatizados y desdeñados. Casi la cuarta parte (23 por ciento) de la carga global de discapacidad se debe a problemas mentales, en comparación con 21 por ciento de las enfermedades cardiacas e infartos y con 11 por ciento del cáncer.

El profesor Martin Prince, del Instituto de Siquiatría, señaló que incluso esas cifras tan altas podrían ser una subestimación, porque no se reconoce el impacto de la salud mental sobre la física.

El impacto fatal más obvio de la depresión es cuando conduce a los pacientes al suicidio. Cada año se presentan 800 mil casos en todo el mundo; nueve de cada diez suicidas fueron presas de un grave problema mental en las semanas anteriores a su muerte. Sin embargo, la depresión conlleva un riesgo cada vez mayor de muerte por otras razones, por ejemplo al conducir a un estilo de vida poco saludable, con mayor consumo de tabaco y menos ejercicio.

La estigmatización tuvo también su parte en la negativa de tratamiento a pacientes por sus males físicos. Un estudio realizado en Australia descubrió que los pacientes mentales con problemas cardiacos tenían menos de la mitad de probabilidades de recibir cirugía, y 80 por ciento más de morir a causa de ellos que los no afectados mentalmente.

Sin presupuesto

“Hemos pasado por alto los vínculos entre la salud mental y la física. Sin ellos no podemos captar el pleno impacto de la salud mental”, expresó Prince.

Casi la tercera parte de los países no disponen de presupuesto para salud mental, y la quinta parte de los que lo tienen han gastado en ella menos de uno por ciento de su presupuesto total. Secar Saxena, de la OMS, afirma que las desigualdades en asignaciones son rampantes. “Los países de altos ingresos cuentan con 200 veces más siquiatras, enfermeros siquiátricos y sicólogos. Los de bajos ingresos pierden recursos y en dos años la situación será aún peor”, añadió.

Con demasiada frecuencia, los países invierten en preparar siquiatras y construir costosos hospitales mentales, cuando el dinero estaría mejor empleado en enfermeros siquiátricos y atención a la comunidad, precisó.

Richard Horton, editor de The Lancet, expresó que ha habido una “crítica falla de liderazgo” por parte de los países occidentales.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

http://www.jornada.unam.mx/2007/09/06/index.php?section=ciencias&article=a02n1cie