miércoles, abril 26, 2006

Muros

Eduardo Galeano
Periodista y escritor uruguayo


El Muro de Berlín era la noticia de cada día. De la mañana a la noche leíamos, veíamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la Infamia, la Cortina de Hierro...

Por fin, ese muro, que merecía caer, cayó. Pero otros muros han brotado, siguen brotando, en el mundo, y aunque son mucho más grandes que el de Berlín, de ellos se habla poco o nada.

Poco se habla del muro que los Estados Unidos están alzando en la frontera mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla.

Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y de aquí a poco será quince veces más largo que el Muro de Berlín.

Y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que desde hace veinte años perpetúa la ocupación marroquí del Sahara occidental. Este muro, minado de punta a punta y de punta a punta vigilado por miles de soldados, mide sesenta veces más que el Muro de Berlín.

¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?

¿Será por los muros de la incomunicación, que los grandes medios de comunicación construyen cada día?

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En julio del 2004, la Corte Internacional de Justicia de La Haya sentenció que el Muro de Cisjordania violaba el derecho internacional y mandó que se demoliera. Hasta ahora, Israel no se ha enterado.

En octubre de 1975, la misma Corte había dictaminado: «No se establece la existencia de vínculo alguno de soberanía entre el Sahara Occidental y Marruecos». Nos quedamos cortos si decimos que Marruecos fue sordo.

Fue peor: al día siguiente de esta resolución, desató la invasión, la llamada Marcha Verde, y poco después se apoderó a sangre y fuego de esas vastas tierras ajenas y expulsó a la mayoría de la población.

Y ahí sigue.

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Mil y una resoluciones de las Naciones Unidas han confirmado el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

¿De qué han servido esas resoluciones? Se iba a hacer un plebiscito, para que la población decidiera su destino. Para asegurarse la victoria, el monarca de Marruecos llenó de marroquíes el territorio invadido. Pero al poco tiempo, ni siquiera los marroquíes fueron dignos de su confianza. Y el rey, que había dicho sí, dijo que quién sabe. Y después dijo no, y ahora su hijo, heredero del trono, también dice no. La negativa equivale a una confesión. Negando el derecho de voto, Marruecos confiesa que ha robado un país.

¿Lo seguiremos aceptando, como si tal cosa? ¿Aceptando que en la democracia universal los súbditos sólo podemos ejercer el derecho de obediencia?

¿De qué han servido las mil y una resoluciones de las Naciones Unidas contra la ocupación israelí de los territorios palestinos? ¿Y las mil y una resoluciones contra el bloqueo de Cuba?

El viejo proverbio enseña:

La hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud .

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El patriotismo es, hoy por hoy, un privilegio de las naciones dominantes. Cuando lo practican las naciones dominadas, el patriotismo se hace sospechoso de populismo o terrorismo, o simplemente no merece la menor atención.

Los patriotas saharauis, que desde hace treinta años luchan por recuperar su lugar en el mundo, han logrado el reconocimiento diplomático de ochenta y dos países. Entre ellos, mi país, el Uruguay, que recientemente se ha sumado a la gran mayoría de los países latinoamericanos y africanos.

Pero Europa, no. Ningún país europeo ha reconocido a la República Saharaui. España, tampoco. Este es un grave caso de irresponsabilidad, o quizá de amnesia, o al menos de desamor. Hasta hace treinta años el Sahara era colonia de España, y España tenía el deber legal y moral de amparar su independencia.

¿Qué dejó allí el dominio imperial? Al cabo de un siglo, ¿a cuántos universitarios formó? En total, tres: un médico, un abogado y un perito mercantil. Eso dejó. Y dejó una traición. España sirvió en bandeja esa tierra y esas gentes para que fueran devoradas por el reino de Marruecos. Desde entonces, el Sahara es la última colonia del Africa. Le han usurpado la independencia.

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¿Por qué será que los ojos se niegan a ver lo que rompe los ojos?

¿Será porque los saharauis han sido una moneda de cambio, ofrecida por empresas y países que compran a Marruecos lo que Marruecos vende aunque no sea suyo?

Hace un par de años, Javier Corcuera entrevistó, en un hospital de Bagdad, a una víctima de los bombardeos contra Irak. Una bomba le había destrozado un brazo. Y ella, que tenía ocho años de edad y había sufrido once operaciones, dijo:

Ojalá no tuviéramos petróleo.

Quizás el pueblo del Sahara es culpable porque en sus largas costas reside el mayor tesoro pesquero del océano Atlántico y porque bajo las inmensidades de arena, que tan vacías parecen, yace la mayor reserva mundial de fosfatos y quizá también hay petróleo, gas y uranio.

En el Corán podría estar, aunque no esté, esta profecía:

Las riquezas naturales serán la maldición de las gentes.

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Los campamentos de refugiados, al sur de Argelia, están en el más desierto de los desiertos. Es una vastísima nada, rodeada de nada, donde sólo crecen las piedras. Y sin embargo, en esas arideces, y en las zonas liberadas, que no son mucho mejores, los saharauis han sido capaces de crear la sociedad más abierta, y la menos machista, de todo el mundo musulmán.

Este milagro de los saharauis, que son muy pobres y muy pocos, no sólo se explica por su porfiada voluntad de ser libres, que eso sí que sobra en esos lugares donde todo falta: también se explica, en gran medida, por la solidaridad internacional.

Y la mayor parte de la ayuda proviene de los pueblos de España. Su energía solidaria, memoria y fuente de dignidad, es mucho más poderosa que los vaivenes de los gobiernos y los mezquinos cálculos de las empresas.

Digo solidaridad, no caridad. La caridad humilla. No se equivoca el proverbio africano que dice:

La mano que recibe está siempre debajo de la mano que da.

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Los saharauis esperan. Están condenados a pena de angustia perpetua y de perpetua nostalgia. Los campamentos de refugiados llevan los nombres de sus ciudades secuestradas, sus perdidos lugares de encuentro, sus querencias: El Aaiún, Smara...

Ellos se llaman hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la lluvia.

Desde hace más de treinta años persiguen, también, la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto.

lunes, abril 24, 2006

Gustavo Gutiérrez: "La pobreza no es un hecho natural"

Pedro Escribano.
La República, Perú


El sacerdote peruano ofreció conferencia en la PUCP y defendió una vez más que el Evangelio está al servicio de los pobres.

Juan Gonzalo Rose ya lo dijo con certeza poética: necesitamos / menos belleza, Padre,/ y más sabiduría. La luz de estos versos iluminan mucho la obra pastoral y social de su entrañable amigo, el padre Gustavo Gutiérrez, quien en la semana que pasó ofreció la conferencia magistral "La pobreza y la Teología de la Liberación", en la Universidad Católica del Perú.

Sin duda, el sacerdote peruano es una de las conciencias más lúcidas y solidarias de nuestro país, porque siempre su voz y sus reflexiones han sido en defensa de los pobres y excluidos de nuestra sociedad.

Verdad pastoral

Su pensamiento cristiano y obra social han sido reconocidos en el Perú y en el extranjero y han merecido, entre otras distinciones, el Premio Príncipe de Asturias 2003.

Catalogado como uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, el religioso una vez más insistió en que el Evangelio de Cristo estaba de lado de los más necesitados y que, por supuesto, "la pobreza no es un hecho natural". Una verdad que desmiente a aquellos que piensan, en pleno siglo XXI, que la pobreza es un derecho de los pobres. Pero no, "porque las causas de la pobreza –según enrostra el padre Gustavo Gutiérrez– residen en cómo hemos construido la sociedad".

Su presencia en la Universidad Católica, el pasado miércoles, una vez marcó la guías para una conducta verdaderamente cristiana.

Estableció una diferencia clara: mientras que la primera es una suerte de fijación al pasado, pero que entraña dolor, la segunda es un testimonio de vida, de enseñanza, de muerte, "pero también de resurrección y de fe".

Para ser más didáctico, citó la frase de Cristo: "Hagan esto en memoria mía". Recordó que Jesús pronunció estás palabras durante la Última Cena, un acto que refleja el testimonio de su vida. El mismo que, por otro lado, es la Eucaristía, el Sacramento de la Iglesia, según el cual, mediante las palabras pronunciadas por el sacerdote, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Es decir, la acción de gracias, de compartir con los hermanos, con el "otro".

Asimismo, recordó otro acto de Cristo para dejar su memoria, como fue el lavado de los pies. "Yo he hecho esto para que ustedes lo sigan haciendo unos a otros". La lección es clarísima. El gesto de Cristo como memoria del servicio.

El poder y los pobres

Las palabras del religioso no se quedaron en la prédica según los textos bíblicos, pues para un sacerdote como el padre Gustavo Gutiérrez la realidad es más inmediata y presente como el pan nuestro de cada día. En este sentido, no silenció su visión sobre la realidad dramática de nuestro país. Y lo dramático en nuestro país es la condición humana de los pobres. "En el Perú –opinó– no hay conciencia de que los pobres son unos insignificantes, que no cuentan para nada y que cuando gritan recién nos extrañamos".

No caben dudas. Su expresión constituye un llamado de atención a las conciencias, a las clases políticas, sobre todo a aquellas que ostentan el poder. Y para no estar solo en sus conclusiones, preguntó al público que lo escuchaba: "¿Somos conscientes de que hay una marginación tan grande en este país que cuesta enormemente darnos cuenta de la hondura de la insignificancia de las personas?".

Fue el momento que blandió el argumento lúcido y justiciero de que "no se debe considerar a la pobreza como un hecho natural, porque las causas de la pobreza residen en cómo hemos construido una sociedad". Y, sin más, arguyó que la miseria tiene razones sociales, raciales y hasta culturales.

"La pobreza –señaló el padre– tiene causas en las categorías mentales, en sentirse superiores por pertenecer a una cultura, a una raza. Pues bien, esas tradiciones son las creadoras de la marginación".

Y dado este diagnóstico, agregó sabiamente: "Si nosotros los seres humanos hemos producido la pobreza, podemos acabar con ella".

Luego pasó a explicar que, así como la "opción preferencial por el pobre" fue credo y consigna de la Teología de la Liberación, hoy en día los ciudadanos tienen el desafío de cambiar esta sociedad haciendo "concreta" la esperanza.

"La esperanza –comentó– es una gracia del Señor, pero las gracias no funcionan solas si no hay personas que la acojan, no hay esperanza sino construimos motivos de esperanza y para ello los cristianos debemos construirlas con nuestras obras".

Hermano padre

En su conferencia, Gustavo Gutiérrez no dejó de rendir homenaje a otro sacerdote que ofreció su vida por los excluidos, el arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, quien fuera asesinado por el odio a quienes se ponen de lado de los necesitados. El padre Romero fue víctima de un comando ultraderechista el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba una misa.

Recordó que el sacerdote salvadoreño era un comprometido con las minorías de sus país, estaba pendiente del "hambriento, el desnudo, el desaparecido, el preso".

Como Gustavo Gutiérrez, él creía que el reino del pobre no solo está en el Cielo, sino también en la Tierra.

"Reconocer la dignidad de las personas"

En otro pasaje de su conferencia, el sacerdote recordó el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, la misma que se estableció para investigar la violación de los derechos humanos durante la guerra subversiva. Como se sabe, la Comisión concluyó que el 75 por ciento de las víctimas fueron "los más pobres entre los pobres" que hablaban idiomas nativos, como el quechua, el aimara o algunas lenguas amazónicas. Por eso, sostuvo que "la opción preferencial por el pobre" de la sociedad debe ir acompañada de la ayuda asistencial a los desamparados. Es decir, tener suficiente conciencia y sensibilidad solidaria para "la construcción de una sociedad en la que la dignidad de cada persona sea enteramente reconocida".

Y para enfatizar los objetivos de la Teología de la Liberación, que busca entender y reivindicar al pobre, recordó que es así porque el mensaje que deja Jesús a lo largo de su vida "es de servicio y de reconciliación con el prójimo".

Perfil

NACIMIENTO. En Lima, 1928.

TRAYECTORIA. Teólogo peruano. Continuó sus estudios en Lovaina y en Lyon. Ha sido galardonado, entre otras distinciones, con el Premio Príncipe de Asturias 2003. LIBROS. La Teología de la Liberación (1971), Teología desde el reverso de la historia (1977), La fuerza histórica de los pobres (1982), Dios y oro de las Indias, etc.

viernes, abril 21, 2006

El evangelio según Barrabás

Frei Betto
Religioso dominico


Todos sabemos que la chusma, como diría Elio Gaspari, prefirió liberar a Barrabás y condenar a Jesús, como narra el Evangelio. Los romanos tenían ocupada Palestina en el siglo I y sus leyes preveían que, con ocasión de la fiesta judía de la Pascua, un prisionero fuera indultado. Lo curioso es que horas antes, con motivo de su entrada en Jerusalén, la multitud había aclamado a Jesús: "¡Bendito el hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor" (Lucas 19,38).

Jesús Barrabás (sí, así se llamaba) era discípulo de Judas, el Galileo, líder del partido de los sicarios que, acusado de promover una rebelión contra los impuestos cobrados por Roma, murió crucificado cuando Jesús era un adolescente. Sobre Barrabás pesaba la acusación de haber matado a un soldado romano en el otoño anterior, lo cual le atraía simpatías ante los ojos de los judíos contrarios a la ocupación romana.

¿Cómo es que la multitud fue tan voluble? ¿Por qué entregar ahora a la condenación a aquel a quien había aclamado al verlo entrar en el Templo por el puente empedrado montado en un burro? Todo hace suponer que la turba que acogió a Jesús como heredero del rey David, enarbolando ramos, no era la misma que se encontraba en la Fortaleza Antonia, en la que fue juzgado por Pilatos. Hace sentido. En la vía pública se congrega cualquiera; en las dependencias de un edificio que servía de palacio del gobernador romano sólo entraban los leales, los "amigos de la casa"; y por supuesto, éstas no eran personas dispuestas a contrariar a las autoridades.

Jesús nos intriga. Es el antihéroe. Nunca escribió un libro, actuó apenas sólo tres años, entró en la historia por la puerta de atrás, desafió a las autoridades de su tiempo. Si los hombres sueñan con ser reyes, y a los reyes les gustaría ser dioses, en Jesús Dios se hace hombre. Nadie ha dejado una impronta tan profunda en la cultura occidental como el Nazareno. "Aunque me demostrasen que Jesús no estaba en la verdad, yo me quedaría con Jesús", declaró Dostoyieski.

La existencia del hijo de María y José da alas a la imaginación. No sólo ahora, con "El código da Vinci", de Dan Brown, un Harry Potter para adultos. Ya en los primeros siglos de nuestra era se publicó un centenar de evangelios, atribuidos a Pedro, a Tomás, a Felipe, a Matías, a Bernabé, a María Magdalena, etc. Ahora llega al público uno de la supuesta autoría de Judas, cuyo autor intenta limpiar su mala fama, tratando de justificar que el apóstol-tesorero habría actuado de común acuerdo con Jesús. El obispo Gelasio, fallecido el 496, publicó un texto conocido como Decreto Gelasiano, en el que condena al menos 60 textos considerados apócrifos. En esa lista no aparece el Evangelio de Judas, señal de que no debía ser muy popular.

No dudo de que mañana aparezca el Evangelio de Jesús Barrabás. El agitador habría dejado un relato en el que afirma que su prisión fue una farsa montada para apresurar la condena de Jesús. O que su indulto fue comprado a peso de oro por sus compañeros sicarios, pagado a un Caifás corrupto, el mismo que le entregó treinta monedas a Judas, y que habría volteado a la turba contra Jesús.

Me parece curioso el afán de muchos por aclarar "quién fue Jesús" o "quién mató a Jesús", cuando las preguntas pertinentes son: "qué hizo Jesús" y "por qué condenaron a Jesús". Muchos huyen de estos interrogantes como el diablo de la cruz. Saben que las actitudes de Jesús nos interpelan, nos cuestionan e incomodan. Su opción por los pobres, la crítica al lujo de los ricos, la exigencia de amar a los enemigos, son por lo menos incómodas para una sociedad centrada en el sueño de la opulencia, canonizadora de la apropiación privada de la riqueza y cargada de odio ante los adversarios.

Jesús fue asesinado como prisionero político, no por haber sido traicionado ni porque Dios, Padre sanguinario (según la versión de Mel Gibson), hubiera querido complacerse al ver al Hijo retorcerse en la cruz. La pena de muerte acostumbrada por los romanos, la crucifixión, le fue impuesta porque su militancia amenazó la estabilidad del régimen político y económico vigente en Palestina. "¿No comprenden que es mejor que muera un solo hombre por el pueblo a que perezca toda la nación?", enrostró el sumo sacerdote (Juan 11,50).

Somos cómplices de Barrabás cuando encadenamos al Jesús que nos habita, los valores evangélicos paradigmáticos de una ética fundada en el respeto a la sacralizad del prójimo y de la naturaleza, y preferimos la competitividad a la solidaridad, la venganza a la compasión, el odio al amor. He aquí una manera muy en boga de escribir el Evangelio según Barrabás.

jueves, abril 20, 2006

Judas sigue siendo Judas

Leonardo Boff
Teólogo


Judas Iscariote era un apóstol de Jesús, por lo tanto, alguien de su intimidad. Pero según san Juan «era ladrón, sacaba dinero de la bolsa común» (12,5). Por treinta monedas de plata, informó a las autoridades dónde estaba escondido Jesús, y con un beso en la mejilla lo identificó a los soldados; así lo traicionó. Después, arrepentido, quiso devolver el dinero, pero ya no se lo aceptaron. Desesperado, se ahorcó, según el evangelio de Mateo (27,3-5). En palabras de san Pedro en los Hechos de los Apóstoles, sufrió un accidente, «reventó por medio derramándose todas sus vísceras» (1,18). Según Papías, un discípulo del evangelista Juan que vivió en torno al año 100, Judas «se habría hinchado de forma monstruosa, pudriéndose vivo». Como se ve, nadie sabe a ciencia cierta su fin trágico. Pero todos lo consideran «el traidor».

Para la Iglesia antigua siempre fue un enigma por qué Judas traicionó al amigo. Las teorías son muchas. A mí me convence una bastante aceptada en la exégesis ecuménica, pues guarda una cierta coherencia interna. Dice así: predominaba en el tiempo de Jesús una visión del mundo llamada apocalíptica. Según ella, el final del mundo iba a ser inminente. El Reino irrumpiría poniendo fin a esta desgraciada existencia. Pero antes habría un gran combate con el anti-Reino y sus partidarios. El Mesías sería sometido «a la gran tentación». Casi moriría. Pero en la hora suprema, Dios intervendría, salvaría al Mesías e inauguraría el Reino. Junto con otros estudiosos, comulgo con la idea expuesta en mis libros «Pasión de Cristo, pasión del Mundo» y «Padrenuestro» de que Jesús comulgaba con esta visión. Él habla del fin inminente y del Reino que ya está dentro de nosotros. Son expresiones técnicas las que utiliza cuando se refiere a la «tentación», a la «hora» y a «beber el cáliz», cosa que le produce angustia mortal hasta el punto de sudar sangre y rezar: «Padre, aparta de mi este cáliz».

Los apóstoles participaban también de esta interpretación del mundo. Judas, en esta misma lógica, con el afán de acelerar la venida del Reino, entregó a Jesús para ponerlo en un gran aprieto y así obligar a Dios a intervenir. En esta comprensión, Jesús mismo en lo alto de la cruz, en la cercanía de la muerte, se da cuenta de que Dios no interviene como esperaba. Grita estas terribles palabras: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Marcos 15,34). Pero su última palabra fue: «Padre, en tus manos entrego mi espíritu» (Lucas 23,46). La traición de Judas sería por tanto un acto teológicamente motivado, para acelerar la venida del Reino.

Algo muy distinto dice el Evangelio de Judas, manuscrito de 13 páginas en papiro, originalmente escrito en griego antiguo y después traducido al copto hacia finales del siglo III y principios del IV, es decir cerca de 150 a 170 años después de la muerte de Judas. Descubierto en la pasada década de los 70 en Egipto, sólo en los últimos años ha sido descifrado y publicado. En el texto Jesús le dice a Judas: «Tu sobrepasarás a todos los otros (apóstoles) y te enseñaré los misterios del Reino; pero, por eso, tú sufrirás mucho». El contexto es el del gnosticismo, corriente filosófico-existencial que negaba valor al cuerpo y a la carne. Jesús aquí debería liberarse de esa envoltura carnal para revelar su divinidad. Esa sería la misión de Judas. Tal doctrina está lejos del espíritu de los evangelios, que afirman la carne que Dios hizo suya.

San Ireneo, obispo de Lyon en el año 180, conocía ese evangelio de Judas, y lo denunció como ficción. Pero después el manuscrito desapareció. Por buenas que hubieran sido las razones de Judas, fue el traidor, y sigue siendo Judas.

miércoles, abril 12, 2006

La Alegría en el Nuevo Testamento
’Estén siempre alegres en el Señor; les repito, estén alegres’

Evaristo Villar
ecleSALia


Puede resultar cínico y hasta cruel invitar a la alegría con la que está cayendo. Sin embargo, la alegría es una actitud a la que se impulsa en el NT justamente en tiempos recios; en concreto, durante la persecución. Se reproduce, de este modo, esa situación tensa, paradójica y bipolar en la que la alegría, como la aurora que va robando espacio a la noche, o la pascua que reverdece desde la cruz, acaba imponiéndose sobre la oscuridad y las sombras, el desencanto y la tristeza, sobre el dolor y la muerte. Como se desprende fácilmente de la teología paulina, “la alegría de la condición cristiana sólo se puede poseer en paradójica alternancia con la tristeza, la tribulación y la inquietud que es justamente cuando muestra toda su fuerza” (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento I, p.80). El objetivo de estas páginas no es otro que el invitarnos a abandonar ya “el síndrome de plañideras” y entonar “la profecía del canto”. Porque Pascua es “siempre todavía”.

Siguiendo una bella ficción literaria del poeta Ángel González, esta reflexión se va a ajustar, como en las sonatas clásicas, a tres movimientos y un epílogo. Primero vamos a examinar ese “viejo tapiz -que es la realidad- construido con hilos de tristeza”. Luego. mirando más detenidamente, podremos descubrir algunas “hebras de amor que doran el borde del tapiz”. Buscaremos después algunos hilos “con los que restaurar el viejo tapiz”. Y, finalmente, porque nos quedan aún algunas hebras fuera de esquema, vamos a recurrir, como en la sonata clásica, a un epílogo para que no se pierdan.




1. El viejo tapiz

Todo el mundo era pobre en aquel tiempo,
todos entretejían sin saberlo
los hilos de tristeza que formaban la trama de la vida.
(Ángel González, Otoños y otras luces, p.63)

1. Hilo de tristeza que entreteje el viejo tapiz es la geopolítica actual. Se trata de una política imperial que se impone sobre el mundo, no por el respeto y la razón, sino a golpe militar (“guía nominar leo”). ¡Y nosotros y nosotras “sin saberlo”!. Un ejemplo vale por mil palabras. Desde 1947 la política exterior de EEUU se regía por la doctrina Truman, basada en la “contención del comunismo”. Con la desaparición de la Unión Soviética y el consiguiente fin de la guerra fría, el comunismo ha dejado de ser una amenaza real y el presidente Bush se ha apresurado a definir una nueva doctrina. Ahora se trata de la “guerra preventiva” (2002) contra el “eje del mal”, responsable del “terrorismo”. Ya desde el 2001 se considera esta lacra organizada por el tanden Saddam Husein/ Bin Laden, aunque, la verdad, nunca se ha llegado a probar apodícticamente esta “verdad”. Desde esta óptica imperial, las guerras de Afganistán y de Irak son emblemáticas, un paradigma para todo el Oriente (Medio y Extremo) de lo que se está dispuesto a hacer para implantar la “paz del imperio”… No es preciso ser un politólogo para percatarse de que esta política está cosechando un rotundo fracaso. Más que adhesiones, esta nueva doctrina, que encubre objetivos más bien económicos, está suscitando miedo y rechazo y está creando una “paranoia colectiva” (síndrome de Vietnam) que es el mejor clima para perder el sentido común y asumir, sin mayor resistencia, el recorte de las libertades ciudadanas. Los resultados están a la vista. Por reducirnos sólo al Oriente Próximo y Medio (América Latina se va distanciando cada día más de las políticas de Washington y África permanece en letargo): en Afganistán el régimen central, impuesto desde el imperio, no logra doblegar a los talibanes, señores de la guerra; la invasión de Irak, recrudecida ahora al cumplirse el tercer aniversario, está generando una guerra civil no declarada entre sunies, chiitas y kurdos con una media de más 20 muertos al día; en Palestina, el mayor foco de este tinglado, tampoco se ha logrado evitar el triunfo de Hamas…

2. Hilo de tristeza del viejo tapiz es el desequilibrio económico mundial que se va agrandando. Las multinacionales (como las agencias mobiliarias en la ciudad) se están adueñando de las materias primas y energéticas del planeta (singularmente del petróleo de Oriente Próximo donde se concentra en mayor cantidad). Ya antes habían conquistado las reservas petroleras de amplias zonas del África Subsahariana (Angola, Gabón, Nigeria, Guinea). Ahora se han empoderado del Medio Oriente y Asia Central, anteriormente bajo control de la URS. Consecuencia lógica es la inmensa desigualdad que se está agrandando entre ricos y pobres. Cada día los ricos son menos, pero más ricos y los pobres, más y más empobrecidos. En su Carta Circular del 2006 Pedro Casaldáliga recoge del PNUD y de la FAO algunas cifras verdaderamente escalofriantes: 25.000 seres humanos mueren diariamente de hambre; 2.500 millones malviven con menos de 2 € al día; África es ya una “shoá”(holocausto) continental, “el calabozo del mundo”. Para nuestra indignación y vergüenza ahí están las vallas de Ceuta y Melilla (¿dónde pondremos ahora la valla para inmovilizar a Mauritania?). No son los únicos muros que se están levantando contra los empobrecidos: ahí están también los 1.500 kms que levanta EEUU contra América Latina y el muro que Israel, ante el que Occidente vuelve el rostro, sigue erigiendo en terreno palestino. Así las cosas, un hilo de tristeza recorre este tapiz deshilachado del mundo y los objetivos del milenio (reducir la pobreza a la mitad mediante la reducción de la deuda externa y la asistencia técnica suficiente) están muy lejos del 2015.

3. Hilo de tristeza del viejo tapiz es también la “guerra de civilizaciones” entre el Occidente cristiano y el Oriente musulmán. Siguiendo la interesada tesis política de Samuel Huntington, se está induciendo en el mundo una guerra de imprevisibles consecuencias. Y el foco más sensible de esta creciente tensión se focaliza en la religión. Aún sigue humeando en el mundo árabe la crisis provocada por los “dibujos de Mahoma” (Mohamed). Sin tanto alboroto pero con peores consecuencias, Bush y sus neocons, religiosos conversos, que se consideran cruzados elegidos por Dios para liderar el eje del bien contra el eje del mal, están haciendo de su política “una acción religiosa casi mesiánica”. (Comblin, en Latinoamericana 2005). Como neoconversos son fundamentalistas, pertenecientes a la derecha religiosa del partido republicano y creen haber recibido de Dios la misión de imponer en el mundo la democracia, la libertad y la paz. Sus guerras son, pues, fundamentalmente guerras religiosas. Así lo ve también el mundo musulmán que considera la invasión de sus pueblos como una nueva cruzada del cristianismo contra el Islam. ¿Cómo interpretar de otro modo la prohibición de hacer proselitismo cristiano en Argelia? Pues bien, creado el conflicto por otros motivos más pragmáticos (económicos y políticos), cualquier detalle, por nimio que sea, se convierte, en este ambiente enrarecido, en una provocación. Y cuando se tocan las raíces profundas que sustentan la fe de los pueblos se desencadena una reacción que suele acabar en violencia incontrolada. En este contexto, los partidarios del “encuentro entre civilizaciones” lo vamos a tener cada día más difícil…

4. Hilos de tristeza del viejo tapiz son, entre otros, la Europa fortaleza y club de la abundancia donde se sigue fortaleciendo el mercado a costa de debilitar otros factores bien determinantes para la Unión como son los políticos, sociales y culturales. Una Europa que, después del descalabro del Proyecto constitucional, marcha “a la deriva, asediada por la globalización, las tensiones interestatales, la rebelión ciudadana y el odio de sus guetos” (R. Fernández Durán). Una Europa que, ante los nuevos vecinos que reclaman su derecho de ciudadanía universal, bloquea sus fronteras con políticas de seguridad propias del neoliberalismo y dictadas desde el Centro y el Norte…

Hilo de tristeza, en nuestro contexto más inmediato, es la crispación política que está despojando a la acción pública de toda su esencial nobleza. Para alcanzar el poder se recurre a todos los medios, aunque sean inmorales, como el insulto y la descalificación, la sospecha, la invención y la mentira. Se trata de una práctica perversa que convierte en doblemente víctima al sufrido ciudadano: primero, en víctima de la verdad que se le usurpa y se le niega; y, luego, víctima de la degradación progresiva de las instituciones que con tanto trabajo y paciencia ha venido levantando…

Hilo de tristeza es, sobre todo, el miedo que, gestionado política y técnicamente (la TV, por ejemplo) con habilidad, llega a doblegar la resistencia de la gente al recorte de sus propias libertades en aras del supremo bien que es la seguridad (el diseño del plan Bush después del 11 S está edificado sobre la “estrategia de la seguridad nacional” que convierte en “culpable” a todo diferente y que llega incluso a justificar la tortura). Esto por una parte. Por otra, nos va “educando” a mirar al diferente (por su etnia, cultura, religión, fragilidad en medios de vida) como un enemigo, como un invasor que viene a robar nuestro bienestar, a cambiar nuestras costumbres, a llenar de violencia nuestras calles…


2. Unas hebras de amor doraban un extremo de aquel tapiz sombrío, (Ángel G., ibidem, 63)

Al borde de esos hilos de tristeza, que desgarran el viejo tapiz, se encuentran unas “hebras de amor” que, como álamos de oro en los crepúsculos del otoño, tratan de embellecerlo. A esta visión alternativa se apunta decididamente Pedro Casaldáliga, cuando afirma: Pero la Humanidad se mueve; y está dando un giro hacia la verdad y hacia la justicia. Hay mucha utopía y mucho compromiso en este planeta desencantado.

1. Hebra de amor es la mundialización de la resistencia contra el neoliberalismo. Los Foros Sociales Mundiales (FSM) son hoy día la mayor réplica y alternativa a los Foros de Davos que organizan las grandes instituciones monetarias (BM, FMI, OMC, etc.). Los FSM denuncian abiertamente y sin paliativos la lógica perversa que en Davos regula las relaciones de poder y rechazan el neoliberalismo por injusto y dogmático. Tanto desde su discurso como sobre todo desde sus prácticas se están ofreciendo ya muchos elementos para la formulación de una alternativa global al neoliberalismo reinante. Presentes en todos los rincones del mundo (sólo en el V FSM, celebrado en Porto Alegre del 26 al 31 de enero de 2005, se concentraron más de 6.000), estos movimientos y organizaciones sociales, cada día mejor y más coordinados en red, apuestan decididamente por “otro mundo posible” frente al “final de la historia” que proclama el liberalismo. Se trata del mayor movimiento altermundialista que hoy cruza el planeta (cfr. Éxodo 78/79).

2. Hebra de amor es también la emancipación de la sociedad de la tutela religiosa.

Cuando se pierde la riqueza por causa del Reino, uno se enriquece; cuando no se reserva la propia vida por las mismas causas, la vida se recobra… Cuando las religiones y la Iglesia, digamos, pierden el poder que acumulan sobre las sociedades civiles resultan espiritualmente más poderosas. Son las paradojas del Evangelio. Para que la emancipación de la de la sociedad pueda entenderse como hebra de amor o buena noticia no es necesario que la religión se retire de la sociedad y del mundo, sino que, como el fermento, sepa encontrar su lugar en la masa.

A este fenómeno se alude frecuentemente, a veces indistintamente, como los términos secularización y laicidad. No resulta fácil distinguir dos vocablos que se solapan frecuentemente, pero sí se puede advertir el gran esfuerzo filosófico y jurídico que se ha venido desarrollando desde el “siglo de las luces” (s. XVIII) para separar aquellas dimensiones a las que ellos apuntan: la civil y la confesional, el ámbito secular (temporal) y el eterno (sagrado), el espacio político y el espacio religioso. Originados estos vocablos en una cultura de fuerte impregnación cristiana, la laicidad del laico se contrapone, antes que nada, al poder del clérigo y la secularizad del que vive en el siglo (seglar), al espacio sagrado en que vive el religioso.

Si con la Ilustración (consecuencia lógica del racionalismo renacentista) se inició en Occidente la emancipación de lo político de la esfera estrictamente eclesiástica, (secularizad), hoy día se pretende ir más lejos, se intenta identificar aquello que es propio y común a todo ser humano por serlo -como la igual dignidad, los derechos humanos, la libertad- previo a cualquier impregnación religiosa; se pretende reconocerle su propia autonomía y liberarlo de toda hegemonía, tutelaje o sumisión a cualquier institución particular, principalmente aquellas que nacen de una fe o confesión religiosa. Y a todo esto se llama laicidad. Lo que es común, la laicidad, es previo y anterior a cualquier institución privada (que es posterior) y viene a coincidir con otro término hoy día de notoria arraigo, la ciudadanía; lo particular, la fe o las creencias se refieren a lo último y vienen después (Cf. Éxodo 80).

El núcleo de la sociedad civil (asociaciones, organizaciones, y movimientos o fuerzas sociales) que, ante la insuficiencia de lo legal y lo establecido (cfr. Concilum 311, p.54) están en constante revisión e innovación, ya no soporta fácilmente que lo que es común sea tutelado por ninguna institución privada. En este sentido, el reconocimiento y privilegio especial que la Constitución española concede a la Iglesia Católica, por ser mayoritaria en nuestro país, está ya siendo una fuente constante de conflictos que a quién más perjudican es, en último término, a la misma Iglesia. Necesitaría ésta, para estar a la altura de su misión, recobrar cuanto antes la libertad evangélica para renunciar a todo privilegio constitucional y para denunciar los mismos Acuerdos firmados entre el Estado y la Santa Sede en el 1976, antes de la misma Constitución del 1978. En esta línea entiende una buena mayoría de católicos españoles aquel principio evangélico de “Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Indudablemente, así entendida, la emancipación de la sociedad es una buena noticia.

3. ¡Quién lo diría!, hebra de amor es también la crisis de la religión. Una crisis que no se explica suficientemente por el desafecto que la involución y restauración, hoy día instaladas en la Iglesia Católica, están causando en un sector importante de fieles católicos. Porque, con los datos en mano, no se trata de una crisis particular que afecte sólo a los católicos (aunque no se pueden ignorar los estragos que en esta familia está causando), el fenómeno es más amplio, abarca al cristianismo en su conjunto. Y, todavía, más al fondo, la crisis llega hasta la misma religión: la religión, salvo en pequeños y aislados reductos, está en crisis. Está suficientemente demostrado que los que abandonan el catolicismo o el cristianismo no suelen pasarse a otra religión, más bien acaban sumándose al creciente masa del indiferentismo o al agnosticismo. Los siguientes datos, afrecidos por La Vanguardia (12.02.06) parecen suficientemente elocuentes:


Dios se siente solo

Samir Gharbi, Jeune Afrique L´Intelligent - 12/02/2006

“Según dos sondeos realizados en 65 países por el acreditado Instituto Gallup Internacional, el número de personas que afirman estar vinculados a una religión, sea cual sea, o afirman creer en cualquier Dios no cesa de disminuir: eran el 87% en el 2000, y sólo un 66% en el 2005. En todas partes, salvo en África, la práctica religiosa ha retrocedido: menos de un 21% en cinco años. Más de 50.000 personas han sido encuestadas. Según Gallup, son representativas de la opinión de 1.300 millones de habitantes. Pero el instituto no da ninguna explicación que pruebe el fenómeno y se limita a avanzar que el cambio de milenio ha suscitado un efímero empujón de fervor religioso... La regresión es casi general. El número de los que se vinculan a una religión ha pasado del 88% al 60% en Europa Occidental; del 84% al 65% en Europa del Este; del 77% al 50% en Asia-Pacífico; del 91% al 71% en América del Norte, y del 96% al 82% en Sudamérica.

Sólo en África la situación prácticamente no ha evolucionado. Este continente sigue siendo el más religioso, con una tasa de creyentes del 91%, contra el 1% de ateos y el 8% sin religión. En Asia, que, desde este punto de vista, cierra la marcha, las cifras son respectivamente de 50%, de creyentes, 12% de ateos y 38% sin religión. Los resultados por países colocan a Ghana en primer lugar mundial por el número de creyentes (96%), seguido de otro país africano, Nigeria (94%). El jefe de filas de los ateos es Hong Kong (54%). Y los de sin religión, Tailandia (65%) ante Japón (59%).

El sondeo de 2005 hace aparecer una relación de causa efecto entre el hecho religioso y la situación socioeconómica de la gente: a más nivel de educación, menos fenómeno religioso. Igualmente, el porcentaje de los creyentes baja a medida que los ingresos de un país aumentan... El único consuelo para los prosélitos de toda índole es que el envejecimiento se acompaña con una progresiva vuelta a Dios”.

Como se puede observar, no se trata de un fenómeno exclusivo de la sociedad occidental, europea, sino de un vendaval que afecta a toda la humanidad. Cada día tenemos mayor conciencia de estar asistiendo al abandono de los últimos resquicios de una sociedad agraria e incluso industrial y de estar entrando en un ámbito posindustrial o sociedad del conocimiento (cfr. M. Corbí, Religión sin religión, PPC 1996). En el fondo, más que de un fenómeno religioso, se trata de una crisis de crecimiento humano que con la mundialización se va expandiendo por todo el mundo. Los estragos que este vendaval está causando actualmente en el cristianismo se van a dejar sentir pronto (si es que no están ya presentes) en el resto de las religiones. Pero lo más probable es que este paso no sólo no menguará la espiritualidad del ser humano, sino que la acrecentará. (Recordemos, a este propósito, el pronóstico que hace algún tiempo hizo el teólogo K. Rahner, “el s. XXI será místico o no será”). Pero esto no va a impedir que las “religiones” mayoritarias, como formas históricas originadas en sociedades agrarias, estén en trance de disminuir visiblemente, y hasta de poder desaparecer, en el camino hacia la sociedad más avanzada científica y técnicamente.

En cualquier caso, estamos asistiendo a una “mutación profunda” de toda forma religiosa (Martín Velasco) que, por lo que al catolicismo se refiere, más allá del mismo aggiornamento que impulsó hace 40 años el Vaticano II, le va a exigir cambios mucho más esenciales. “Lo urgente, dirá José María Vigil, ya no es la puesta al día, sino la mutación”. No se trata, podríamos añadir nosotros, de una renovación, sino de una verdadera transformación. Una transformación que ya se está dando en la sociedad del conocimiento y en el mismo ser humano y que está exigiendo una verdadera transformación de las formas religiosas.

En este contesto, ¿cómo interpretar y recibir como “hebra de amor” esta galopante crisis? Los cristianos de base en el librito vamos a recuperar la alegría, p.7, coincidiendo con los teólogos de la revista Concilium 311, p.293, se apuntan a aquella utopía en la que el ser humano se define desde la esperanza. Desde siempre el Dios oculto sigue apostando por el ser humano, sorprendiendo, desde su debilidad, nuestra propia suficiencia. Es la imagen, ya tan conocida, del Siervo de Yahvé de Isaías, o la kénosis o vaciamiento de sí mismo del Dios cristiano que todo lo pone en crisis. Esta apuesta por la esperanza nos invita a mirar la actual crisis de la religión desde el triunfo que el Dios oculto suele hacer desde la humildad y la debilidad. Así sucedió en María de Nazaret o en la resurrección del crucificado. Y mientras llega ese momento, la kénosis del Dios cristiano será una permanente invitación a profundizar la fraternidad y la misericordia con la humanidad y con el mundo. Pues bien, mirada desde esta óptica, la crisis actual es una buena noticia.

4. Unas hebras de amor son finalmente el pluralismo religioso y los intentos de coordinación en red.

Con el final de la “guerra fría”, la liberalización de los mercados y la consiguiente globalización económica y financiera se han quedado al descubierto inmensas “masas de pobres”. Obligados a emigrar, fundamentalmente por la pobreza o necesidad de trabajo, estas migraciones masivas han puesto de manifiesto “las muchas religiones” que existen en el planeta. Y el contacto con este pluralismo de confesiones religiosas ha obligado a las grandes religiones no sólo a adaptar su pastoral, sino a revisar sus mismos presupuestos y seguridades doctrinales. En la iglesia católica, por ejemplo, se ha ido pasando en poco tiempo desde el eterno exclusivismo en el que ha vivido instalada durante siglos (“fuera de la iglesia no hay salvación), al reciente inclusivismo (“fuera de Cristo no hay salvación”) y finalmente, al menos en sus pastoralistas y teólogos más “dialogantes”, al Pluralismo religioso (“al Dios de los muchos nombres”, John Hick, Casaldáliga). Cada día se va evidenciando con mayor claridad la convicción de que “todas las religiones son verdaderas” (Teología del Pluralismo Religioso, JM. Vigil, El Almendro) y que necesitamos ajustar nuestra praxis ética en este asunto, como hace en diferentes ocasiones el mismo Evangelio, a la regla de oro presente en todas las culturas y religiones: “haz a los demás lo que quieres que hagan contigo”.

En este sentido, son ciertamente esperanzadoras y muy buenas noticias los diversos intentos de coordinación en red que se están dando entre los cristianos de base. Se trata de procesos, mayormente participativos y horizontales, en los que se da mayor importancia al proceso mismo que a la consecución de los objetivos finales. Estos llegarán como consecuencia lógica de un camino bien trazado y realizado con la máxima aportación y consenso de todos y todas. Se trata de un fenómeno con muchos factores nuevos, fruto de una madurez espiritual que ha descubierto en la unión (“que todos sean uno”) no sólo el objetivo final del mismo evangelio, sino la condición necesaria para una presencia verdaderamente cristiana en la Iglesia y en el mundo. Una unidad que se está abriendo horizontalmente, y cada día con mayor fuerza, hacia el resto de confesiones religiosas que pueblan e planeta. Algunos de estos intentos de coordinación, ya verdaderos logros, rebasan el ámbito cristiano y enlazan con esa preocupación interconfesional a la que aspira al límite el proceso.

Cito solamente tres casos entre los que me son más conocidos: El proceso de coordinación de los cristianos de ámbito estatal en el que participan un gran número de movimientos, comunidades de base y diferentes instituciones (también personas a título individual) que, desde el 9 de septiembre del pasado año, viene reuniéndose periódicamente. La próxima cita, en la que presumiblemente se aprobará definitivamente la “Carta de identidad” y la forma de organizarse a nivel estatal, será el 22 de abril. Y esto supone, al menos como promesa, una doble buena noticia: la recuperación del pueblo como sujeto de la experiencia y la participación horizontal y colectiva como motor del proceso.

No menos importante ha sido el paso dado por algunos colectivos españoles (Iglesia de base de Madrid, Somos Iglesia y Col-lectiu de Dones en l’Esglesia de Catalunya) para coordinarse con la Red Europea de la Iglesia por la Libertad, con sede en Bruselas. A medio plazo y cuidando de que no se burocratice indebidamente el proyecto, podría ser el destino común de una gran parte de los cristianos de base europeos. Dentro del más exquisito espíritu del vaticano II, este movimiento pretende asumir el papel de los seglares en la transformación interna de la Iglesia y la defensa de la justicia y la libertad en el mundo. Es otra buena noticia.

Finalmente, la Asociación para el Diálogo Interreligioso en la Comunidad de Madrid (ADIM), en su configuración actual, supera el marco del catolicismo y del mismo cristianismo. Es una respuesta, desde distintas confesiones religiosas y movimientos de inspiración humanista, a la creciente crisis religiosa y a la actual debilidad que presenta el pluralismo religioso para enfrentar por separado los incontables desafíos que, en todos los órdenes, ofrece la actual sociedad del científico-técnica. Surgió, hace tres años, como respuesta espontánea a la brutal invasión de Irak. Actualmente se ha convertido en asociación de carácter civil con presencia de casi todas las confesiones religiosas que existen en la capital y en contacto con otras organizaciones del mismo estilo que ya están surgiendo en el resto del país. Desde el primer momento ADIM ha estado muy relacionada con el Consejo para un Parlamento de las Religiones del Mundo a través del Centro UNESCO de Madrid y Cataluña, participando en la cuarta edición del Parlamento de la Religiones del Mundo, celebrado en Barcelona durante los días 7 al 13 de julio de 2004. Es otra buena noticia.


3. ¿Con qué lo redimiremos, aquel tiempo sombrío? (Ángel González, ibidem, p.65):

La experiencia nos obliga a ser cautos y modestos en este paso. No tenemos toda la respuesta, o los medios necesarios para restaurar el viejo tapiz. Tampoco las diferentes aportaciones de la historia, que es maestra de la vida en muchos sentidos, han logrado articular una alternativa sólida y consistente que valga para todos y todas. Quizás no podamos aspirar a otra tarea que a la de continuar tejiendo nuevos hebras doradas hasta que algún día llegue la completa restauración.

Como primera providencia, será cuestión de dejarnos aconsejar de nuevo por la clarividencia del poeta que, en esta encrucijada, nos indica por dónde sí y por dónde no podemos continuar la redención del viejo tapiz: ¿Con qué pagamos la alegría de ahora,/ el envoltorio de bisutería/ que ocupa hoy el lugar/ del amor verdadero forjado/ en el dolor y la esperanza?/ ¿Qué entregamos/ como compensación de tan desigual trueque?/ Las más sucias monedas: la traición, el olvido. Toda redención es fruto de un “amor verdadero, contrapuesto a la bisutería con que hoy lo encubrimos y cuyas más sucias monedas son “la traición y el olvido”. El amor verdadero -las hebras de oro para restaurar el viejo tapiz- está forjado, por el contrario, en “el dolor y la esperanza”. Este es el verdadero amor que redime. Este tipo de amor, concebido en el dolor y la esperanza, parece ser la propuesta básica del poeta.

La psicopedagogía, por su parte, añade algunos elementos que completan esta aportación. Porque, tejiendo con las hebras del amor verdadero, no podemos dejarnos atrapar por el desencanto ni el desaliento, mucho menos por la amargura o por la pérdida de la esperanza. Será cuestión de oír a un especialista en estos temas que, aunque no en todo podamos coincidir con los juicios valorativos que hace sobre algunos acontecimientos de los que hemos sido testigos, ofrece, sin embargo, una fórmula que a buen seguro puede ayudarnos a superar el desaliento que, a veces, acompaña a estas tareas. Me refiero a Eduardo Punset, con su libro “El viaje a la felicidad. Las nuevas claves científicas”.

Después de “separar lo esencial de lo importante”, como aconsejaba prudentemente el viejo político tunecino Habib Bourguiba, y de analizar los factores que influyen positiva o negativamente en la consecución de la felicidad, Eduardo ofrece una extraña fórmula matemática como receta científica para alcanzar la felicidad, (en nuestro caso traduciríamos “para restaurar con éxito el viejo tapiz”). En dicha fórmula, que es un quebrado, el numerador recoge la suma de los factores positivos y el denominador los negativos que condicionan el disfrute de la felicidad. En el numerador figura, como elemento englobante, la emoción en la se concentran aspectos tan determinantes como el mantenimiento de un propósito y el exquisito cuidado del mismo, la búsqueda constante y la expectativa para superar la ignorancia propia y ajena, y las relaciones interpersonales; en denominador se agrupan los que Punset califica como factores reductores (la ausencia de desaprendizaje de lo que se nos han enseñado, el recurso a la memoria grupal que integra asociaciones infundadas, la interferencia en las procesos automatizados que ya se coordinan por si mismos y el predominio del miedo) y las cargas hereditarias (mutaciones lesivas, envejecimiento, el ejercicio abyecto del poder político –dictaduras, corrupción-, y el estrés imaginado que aumenta los niveles de ansiedad).

Interesante. ¿Por qué no tener en cuenta estas aportaciones “científicas” para que las hebras de amor sean más consistentes y bellas?

La aportación que nos ofrece el librito Vamos a recuperar la alegría (Iglesia de base de Madrid) es enormemente concreta. Con qué pagar la alegría de ahora, se pregunta el poeta. Y él mismo da la clave: no con la traición y el olvido, sino con “el amor verdadero forjado en el dolor y la esperanza”. Y los cristianos de base lo concretan en estas tres prácticas: 1ª Globalizando lo humano desde la opción por los pobres y su justicia; desde la presencia solidaria, próxima, vecinal con los excluidos; desde la articulación en red con la base, las iglesias, las confesiones religiosas; desde el compromiso con los movimientos de liberación social y política. 2ª Manteniendo un diálogo honesto y crítico con el mundo actual y sus distintos saberes autónomos: apostando por un modo cordial de inserción en el mundo y respetando siempre el derecho a la diversidad y a disentir; siendo particularmente sensibles con las nuevas aportaciones de la juventud. 3ª Aprendiendo a tejer con lo diverso lo inter, el mestizaje, rompiendo con la dicotomía varón-hembra, blanco-negro, y asumiendo con respeto y seriedad el diálogo en un contexto de pluralismo cultural y religioso.


4. Una pequeño epílogo: tres veces la misma melodía

Ante los hilos de tristeza del viejo tapiz y para reforzar las hebras de amor que bordan sus extremos, estamos apostando por una espiritualidad y una mística en el compromiso (contemplativos en la acción) cuyo “fa bordón” o nota dominante sea la alegría. ¿Dice algo la tradición judeocristiana y, en concreto, el evangelio sobre esta importantísima dimensión de la vida?

Con el evangelio de las Buenas Noticias en la mano podemos seguir el hilo de tres variantes de la misma melodía que hilvanan todas sus páginas. Lo decimos en griego que es como mejor sonoridad tienen: Chaíro, euphraíano y agalliáomai. Sólo unas breves notas sobre estas riquísimas e interminables melodías que arrancan desde los albores mismos de la conciencia de la humanidad. La tradición judeocristiana es sólo un testigo.

1. Chaíro canta la alegría por el bienestar y la comodidad sensibles, lo que nos deseamos en el saludo y despedida: la salud, la felicidad. Chaíro y Chará (la alegría) están muy cerca de cháris (la gracia). En Los LXX es el Shalom que se alarga hasta los bienes escatológicos (porque es Dios quien da la paz); en el judaísmo es la Torah (la Ley) y en la Comunidad del Qumrán es la permanente alegría que proporciona el conocimiento de la verdad.

El Nuevo Testamento, por ser evangelio, es todo él es “alegría permanente”. Como saludo aparece en las cartas y en el encuentro familiar del resucitado (en Sant 1,1: chaírein; chaírete familiar en Mt 28,9). Todo el tiempo de Jesús es un “kairós” de alegría: “no pueden estar de luto los amigos del novio” (Mt 9,15) mientras él esté presente, porque la salvación ya es una realidad: “los ciegos ven, los sordos oyen…”(Mt 11); su predicación es causa de alegría (Zaqueo 19.6), incluso cuando produce escándalo y sufrimiento (“estad alegres y contentos” (Mt 5, 12); se invita a la fiesta (“pasa al gozo de tu Señor”, Mt, 25. 21.23) y el encuentro de las mujeres con el resucitado les causa un “gran gozo”, (Mt 28,8).

No podemos seguir el curso de esta riquísima melodía por todos los lugares del Nuevo Testamento. El evangelio de Mateo que hemos citado es sólo un ejemplo y no su mayor testigo. Una mayor reflexión debería recorrer la páginas de Lucas (evangelio y Hechos de los Apóstoles), cuyo tema central, desde su peculiar “evangelio de la infancia” (Lc 1 y 2) hasta la Ascensión (“se volvieron a Jerusalén con gran gozo” Lc 24, 53), es una contagiosa y penetrante alegría. Juan, por su parte, habla de la “perfecta alegría” (chará pepleroméne) (Jn 14,4). Y Pablo, en sus diferentes cartas, presenta la alegría en paradójica alternancia con la tristeza, la tribulación y la inquietud que es donde muestra toda su fuerza. El teólogo Kart Barth califica esta paradoja de “obstinado sin embargo”. Para cualquier situación o fase de la vida en que nos encontramos siempre será un reto Flpl 4,4: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres”.

2. Euphraíno es el sentimiento, la disposición interna de la alegría: estar alegre, estar encantado, estar de buen humor. Euphrosýne es el gozo, alegría. Aparecen destacados dos matices: La dimensión colectiva, contagiosa de la alegría, cuya imagen más cercana es el banquete que rezuma alegría por la convivencia festiva. A esta dimensión alude Lucas en reiteradas ocasiones; la más plástica es la fiesta que prepara el Padre a la vuelta del “hijo pródigo”(Lc 15). Otro aspecto de esta misma alegría colectiva llega por el reconocimiento de lo que Dios hace con la humanidad, como refleja la alegría del hijo pródigo al recibir el abrazo de su padre, como lo expresó antes proféticamente Isaías en 65, 18 y ss.: “Voy a crear a Jerusalén “Regocijo” y a su pueblo “Alegría”: me regocijaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo sin que se oiga allí jamás lloro ni quejido”.

3. Agalliáomai es la expresión externa que produce la autoconciencia y el júbilo de la fiesta. Como cuando decimos: No cabía en sí de contento/a; o el estar alborozado, eufórico, radiante. En el AT la exteriorización esta exteriorización de la alegría por los gestos salvíficos de Dios es frecuente en las Salmos En el judaísmo se exterioriza la alegría por la expectativa escatología. En el Qumrán, por la salvación presente que ya está presente en la comunidad. En el evangelio siempre resultará paradójico el final de la bienaventuranzas ( “alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos”, Mt 5, 12) y la revelación del reino a los pequeños, a los niños (Mt 18, 1.5). La agalíasis, la alegría festiva, jubilosa acompaña en el pasado y guía hacia el futuro a la comunidad neotestamentaria. Su lugar más expresivo en La Cena de Señor (Corinto), Partir el pan (Jerusalén).

En conclusión: Las tres melodías son variantes que, en el Nuevo Testamento (con raíces el la tradición judía) completan una misma canción que es la alegría (cfr. E. Beyreuther, En Diccionario teológico del NT, I, p.81). Desde esta perspectiva bíblica podemos expresarlo en estas tres notas:

1ª La alegría es un don gratuito de Dios: te perdona, te espera, te abraza, te introduce en su casa y hace fiesta por ti; se hace una misma realidad contigo: se alegra. La Eucaristía muestra la alegría de la comunidad en y con Dios. Y la alegría es también un anhelo que está en el hombre, “porque Dios ha situado al hombre en la alegría” que la puede acrecentar asomándose al fondo de todos los dones de la naturaleza.

2ª Pero esta alegría se da en tensión con la tribulación de la propia existencia. En medio de este conflicto estamos llamados a experimentar el “gozo anticipado” de “lo que el ojo nunca vio, ni oreja oyó, ni hombre alguno ha imaginado lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1Cor 2,9).

3ª La alegría surge también de la “recuperación del cuerpo” porque “Dios ha situado al hombre y a la naturaleza en la alegría”. El “odio al cuerpo”, tan dominante en la tradición cristiana, ha confundido frecuentemente el cuerpo con el ego, y consiguientemente ha preferido el poder al gozo, el propio interés con la donación, lo erótico con lo sexual. Existen apoyos suficientes en el Nuevo Testamento para la recuperación del cuerpo sin necesidad de centrar la alegría exclusivamente en el solipsismo sino también en el altruismo, no sólo en el antropocentrismo sino también en el cosmocentrismo, en el geocentrismo.




Finalmente, entre el convertir la alegría en “comercio de la diversión” o colocarla “más allá del trabajo de cada día” (porque lo consideramos bajo la maldición divina), está la posibilidad de situarla en el centro de la vida, como la melodía más bella o la flor mejor cuidada de nuestro huerto. Sólo con estas “hebras de amor” es posible restaurar el viejo tapiz y alcanzar algún aspecto de la felicidad. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

lunes, abril 10, 2006

La venganza de las gallinas

Leonardo Boff
Teólogo


La gallina ha sido tal vez la primera ave en ser domesticada hace cerca de 12 mil años cuando el ser humano comenzó a volverse sedentario. Desde entonces las gallinas tienen un destino siniestro: raramente mueren de muerte natural. Se las mata para el consumo humano. En la perspectiva de ellas, la vida es simplemente una tragedia. Normalmente las gallinas eran y son criadas al aire libre, sueltas, correteando alrededor de las casas. Todavía hoy se prefiere a las «gallinas de campo» por ser mucho más saludables.

Modernamente, con la sociedad de producción industrial, han sido transformadas en máquinas para producir carne y huevos. Encerradas por millares en granjas avícolas en donde se crían de 10 a 12 por metro cuadrado, engañadas con la iluminación que les quita la percepción de la noche, alimentadas con estimuladores del crecimiento y antibióticos para que crezcan hasta un punto comercialmente ideal, cuarenta días, son sometidas a grandes padecimientos. Si Gandhi o el Dalai Lama o cualquier persona sensible al sufrimiento visitasen una granja avícola de ésas, seguramente se indignarían y hasta llorarían de compasión. Pero nuestra especie se ha especializado en someter sin piedad a todas las demás especies para sacar provecho de ellas, aunque eso produzca un gran sufrimiento.

Sabemos hoy que todos los seres vivos formamos una única comunidad de vida, pues somos portadores de un mismo alfabeto genético con cuatro bases fosfatadas y 20 aminoácidos. Entonces, ¿por qué imponer este padecimiento en forma de crueldad a nuestros parientes naturales?

Después de siglos de violencia, las gallinas nos devuelven ahora el daño. Es la venganza de las gallinas. Viene bajo la forma de la gripe aviar, que está afectando a otros seres vivos y podría alcanzar también a los humanos. Es el famoso virus H5N1. Virus aviarios siempre han existido en formas no letales. Ahora este H5N1 se ha revelado como una cepa patógena. Si sufre mutaciones que lo hagan transmisible a los seres humanos, puede replicarse locamente y matar de 150 millones a 1.000 millones de personas, según las previsiones científicas. Surgido por primera vez en Hong Kong, ha alcanzado ya casi la mitad del mudo. No existe un antídoto que lo elimine, sólo se le puede limitar. El Tamiflú, que no actúa profilácticamente, sino 18 horas después de la infección, ha sido desarrollado a partir de un ácido extraído de vainas de anís estrellado encontradas en algunas provincias de China. La compañía farmacéutica estadounidense Gilead Sciences, de la que el actual Secretario de Defensa del Gobierno Bush, D. Rumsfeld ha sido presidente y socio, desarrolló el antivirus Tamiflú. Concedió la licencia exclusiva de producción a la compañía suiza Roche, que está ganando millones de dólares y es reticente a conceder licencias de producción por no contar con la aprobación de sus accionistas.

Hoy se sabe que la causa de la gripe aviar no proviene de las gallinas criadas al aire libre, sino de las prácticas avícolas industriales y por el uso de «subproductos» de la cría avícola como ración industrial. La Fundación BirdLife ha demostrado que la expansión de focos de la gripe sigue las rutas de las carreteras y de las vías férreas, no las de los vuelos de las aves migratorias. La gripe es consecuencia del manejo cruel que nosotros, los seres humanos, damos a las gallinas confinadas. Ahí esta el nicho de reproducción del virus. Es una enfermedad sistémica. Está pidiéndonos una forma de relación con los seres vivos que no implique crueldad, sino racionalidad y compasión.

martes, abril 04, 2006

Un final de farsa para el sueño americano

Robert Fisk
periodista especializado
en Oriente Medio


E s una luminosa mañana de invierno y doy sorbos a mi primer café del día en Los Angeles. Mis ojos se mueven como el rayo de un radar en busca de la palabra que domina la mente de todo corresponsal en Medio Oriente: Irak. Después de la invasión, y después de Judith Miller, la prensa estadounidense supuestamente debería estar desafiando las mentiras de esta guerra. Por lo tanto, el artículo bajo en el encabezado Batalla de ingenios; la mente maestra de la insurgencia iraquí, siempre un paso adelante de EU, merece ser leído, ¿no es así?

Fechado en Washington (una ciudad extraña si lo que se pretende es aprender algo sobre Irak), el primer párrafo dice lo siguiente: "A pesar del reciente arresto de un futuro atacante suicida en Jordania y de algunos colaboradores clave, la mente maestra de la insurgencia, Abu Mussab Zarqawi ha evadido la captura. Las autoridades estadounidenses dicen que esto se debe a que el dirigente cuenta con una red de operaciones de inteligencia mucho mejor que la de Estados Unidos".

Sin obviar el hecho de que muchos iraquíes -al igual que yo mismo- tienen serias dudas de la existencia de Zarqawi, y aún suponiendo que existe la Al Qaeda de Zarqawi, este hombre no amerita el título de "mente maestra de la insurgencia"; lo que más llamó mi atención fue eso de que "las autoridades estadounidenses dicen...".

Al seguir leyendo el reportaje, noto las fuentes oficiales citadas por el Los Angeles Times para contar este cuento extraordinario. Creí que los reporteros estadounidenses ya no confiaban en la administración; no después de las míticas armas de destrucción masiva y los igualmente míticos nexos entre Saddam y los crímenes internacionales contra la humanidad del 11 de septiembre de 2001. Me equivoqué, por supuesto.

Estas son las fuentes -en la página 1 y 10 de la historia hilada por los reporteros Josh Meyer y Mark Mazzetti: "Dijeron funcionarios estadounidenses", "señaló un funcionario antiterrorismo del Departamento de Justicia", "Funcionarios... dijeron", "los mismos funcionarios añadieron", "los funcionarios estadounidenses subrayaron", "autoridades estadounidenses creen", "un funcionario de alto rango de la inteligencia estadounidense", "funcionarios jordanos dijeron", "los funcionarios estadounidenses dijeron", "según funcionarios estadounidenses".

En verdad atesoro este artículo. Prueba mi punto de que el Los Angeles Times y todos los diarios de la gran costa este deberían llamarse Funcionarios estadounidenses dicen. Pero no es esta fascinación con el poder político lo que me desespera. Vayamos a un ejemplo más reciente de lo que sólo puedo llamar racismo institucional en la manera en que Estados Unidos reporta sobre Irak. Debo agradecerle al lector, Andrew Gorman, por esta joya: se trata de un despacho que hizo Associated Press en enero pasado sobre el asesinato de un prisionero iraquí cuando era interrogado por el oficial estadounidense, Lewis Welshofer Jr.

Este oficial, según trascendió en una corte, metió al general iraquí Abed Hamed Mowhoush, empezando por la cabeza, en una bolsa de dormir y luego se sentó en su pecho en una acción que, de manera nada sorprendente, causó que el general muriera. El jurado militar ordenó -lector, contén la respiración- una reprimenda contra Welshofer, la retención de 6 mil dólares de su salario y su confinamiento en barracas durante 60 días.

Pero lo que más llamó mi atención fue este detalle de solidaridad. La esposa de Welshofer, Barbara, dijo a Ap que "está preocupada por cómo va mantener a sus tres hijos si su esposo es sentenciado a prisión. 'Lo amo por luchar por esto, dijo con lágrimas anegándole los ojos. El siempre dijo que había que hacer lo correcto, y a veces eso es lo más difícil'".

Nótese cómo el remordimiento del asesino estadounidense no está dirigido a su indefensa y muerta víctima, sino hacia el honor de los otros soldados, a pesar de que una audiencia preliminar reveló que algunos de los colegas de Welshofer lo vieron meter al general en la bolsa de dormir y no hicieron nada para detenerlo.

Un despacho anterior de Ap indicaba que "funcionarios" -aquí los tenemos de nuevo- "creían que Mowhoush tenía información que podría "destruir la columna vertebral de la insurgencia". ¡Guau! El general lo sabía todo acerca de los 40 mil insurgentes iraquíes. Qué buena idea era meterlo cabeza abajo en una bolsa de dormir y sentarse en su pecho.

Lo que es el verdadero escándalo de estos reportes es que no nos dicen nada de la familia del general. ¿No tenía esposa? Me imagino que las lágrimas también "anegaron sus ojos" cuando le dijeron la forma en que murió su marido. ¿No tenía hijos el general? ¿No tenía padres? ¿Ningún ser querido que "tratara de contener el llanto" cuando les hablaron de este vil hecho? No. Según el reporte de Ap, no tenía a nadie. El general Mowhoush parece un objeto; una criatura deshumanizada que quería impedir que los estadounidenses "destruyeran la columna vertebral" de la insurgencia, con todo y que fue asfixiado dentro de una bolsa de dormir.

Aplaudamos ahora a Ap. En una igualmente luminosa mañana de verano en Australia, hace unos días, abrí el Sydney Morning Herald. En la página 6 me informó que la agencia noticiosa, usando la Ley de Libertad de Acceso a la Información, obligó a las autoridades estadounidenses a hacer públicas más de 5 mil páginas de transcripciones de audiencias en el campo de detención de Guantánamo.

Una de estas transcripciones corresponde a la audiencia del ya excarcelado prisionero británico, Feroz Abbassi. En ella, el acusado exige en vano al juez, un coronel de la fuerza aérea estadounidense, que le revele la evidencia que hay en su contra, y afirma que este es su derecho, según la ley internacional.

Y esto es lo que le responde el coronel estadounidense: "Señor Abassi, su conducta es inaceptable y esta es la última advertencia que le hago. No me importa el derecho internacional. No quiero oír esas palabras sobre el derecho internacional. No nos preocupa el derecho internacional".

¡Ay! esas palabras -que simbolizan el fin último del sueño americano- están sepultadas en el resto del artículo. El coronel, quien claramente es una vergüenza para el uniforme que porta, no aparece en el insípido encabezado del periódico de Sydney (Documentos estadounidenses revelan la historia de los presos en Guantánamo), y está más interesado en decirnos que los documentos en cuestión identifican a "granjeros, tenderos y pastores" detenidos en el penal.

Ahora estoy en Wellington, Nueva Zelanda, viendo en CNN los ataques de Saddam Hussein contra la corte de Bagdad que lo juzga. Repentinamente, el espantoso Saddam desaparece de mi pantalla. La audiencia proseguirá en secreto, lo que reducirá a esta corte marcial a una farsa. Es una vergüenza. ¿Y qué es lo que nos dice, respetuosamente, CNN? ¡Que el juez ha "decidido suspender la cobertura en medios"!

Entonces me digo a mí mismo: ¡Si tan sólo CNN y toda la prensa estadounidense hicieran lo mismo!

Traducción: Gabriela Fonseca
http://www.jornada.unam.mx/2006/03/30/043a1mun.php