jueves, noviembre 29, 2007

Leyendo el poder en la era de la información

Javier Torres Vindas
sociólogo costarricense

Diferencias entre comunicación e información.

Tesis a discutir. Comunicación supone la existencia o la posibilidad de una relación de doble sentido entre quien inicialmente envía información y quien la recibe. Comunicarse indica una acción recíproca plenamente activa, un intercambio de algo, de sentimientos o de informaciones a través de signos, gestos, imágenes o palabras. Esta relación de comunicación es más rica que la de información ya que surge esencialmente de las reacciones a cada estímulo o dato proporcionado. Una vez recibido, el receptor se transforma en emisor invirtiendo las posiciones respectivas. La información sería un concepto comparable a una corriente de dirección única, una línea recta que va del sujeto receptor y produce en él determinados efectos[1].

Comunicación e información pertenecen a un proceso más amplio, a saber, el discurso. ¿Qué es el discurso? Es la disertación sobre cualquier tema que involucra una interacción social mediada por la materialidad sígnica apostada en tal proceso y que determina no sólo el contenido sino ante todo la forma del mismo discurso. Todo discurso permanece inserto dinámicamente (aunque su apariencia indique su cristalización) dentro de los entramados de prácticas cotidianas (gestos, trámites institucionales, relaciones cara a cara, trabajo, estudio, desplazamiento por la ciudad, etc.) puesto que tienen la función de recomponer una comprensión dialógica del fondo u "horizonte" parcialmente alterado por la intervención de los diversos actores involucrados. Estas prácticas cotidianas discursivas (textualizaciones) responden en un nivel más profundo a configuraciones (siempre dinámicas) ideológicas, las cuales responden a configuraciones sociales o entramados sociohistóricos específicos en espacio y tiempo; más no por ello desligados de su pasado y irresponsables de su futuro.

Dentro del juego de las relaciones sociales cotidianas todo individuo se encuentra tensionado por Escila y Caribdis: la acción y el discurso. Su acción responde a necesidades de producción y reproducción de sus condiciones materiales de existencia, toma decisiones acordes al espectro de posibilidades presentes. Así mismo, el discurso individual responde a la doble necesidad: verdad y justificación[2]. Así, la verdad dista mucho de la "aceptabilidad racional" pues siempre ejerce su peso la acción, pero además, la verdad se ve compelida por el circuito de significaciones sociales en competencia.

Lo anterior nos lleva a preguntarnos,¿Cuál es el papel de la propaganda[3] en la era de la información? Empecemos con un ejemplo de “shock” tomado de Capítulo 6 “Los estudiantes Universitarios” por López Maya, Margarita Protesta y cultura en Venezuela: los marcos de acción colectiva en 1999 (Colección Becas de Investigación) 171 P. Argentina: CLACSO, 2002. Publicaciones de FLACSO 2001-2002, presentación en CD-ROM, que versa:

Por otra parte, también están presentes conceptuaciones de la protesta como un medio del que disponen los estudiantes universitarios para hacerse propaganda. En las protestas hacen públicas sus demandas y sus opiniones, y muchos las consideran herramienta de denuncia, el medio para que el pueblo conozca sus pronunciamientos, su instrumento para crear opinión. Esta idea de la protesta como propaganda la encontramos muy repetida en todos los eventos. Un participante de la protesta contra el FMI, consultado acerca de la planificación de ese evento, dijo: No, no, en realidad yo no tengo ese cronograma, pero, pero, sea cual sea la ruta, lo que queremos principalmente es eso, que la población se entere de, de, de la voz que estamos llevando, y, y de que se unan, pues, de que se unan en contra de, en contra de, de todas estas cosas

Para el ámbito doxológico toda propaganda, con frecuencia, se construye con distorsiones de los hechos y de llamamientos a la pasión y a los prejuicios. De allí que a menudo es considerada como falsa o engañosa. Es decir, propaganda, manipulación y desinformación adquieren una axiología peyorativa.

Antes de irrumpir en el análisis detallado y sociocrítico de la propaganda en la era de la información impugnemos una simple tipología (taxonomía) de la propaganda y su recensión social. Para ello utilizaré tres tipos ideales de ciudadanos frente al fenómeno social que deseamos analizar.[4]

Para el “ciudadano común” padece la tormenta informacional a la que se ve sometido, la cual no le permite discernir que es propaganda y que no. Su único criterio defensivo, es algún otro sujeto interdiscursivo le informe de tales distorsiones propagandisticas.

Por su parte, para el “ciudadano bien informado” toda propaganda puede ser difundida para o por personas, empresas, minorías étnicas, organizaciones religiosas o políticas y gobiernos a cualquier nivel. Para él o ella, miles de grupos con intereses específicos difunden propaganda: sociedades patrióticas, ligas antialcohol, comités de prevención de accidentes y de seguridad vial, asociaciones que promocionan la conservación del medio ambiente o que defienden los derechos de los animales, sindicatos y cámaras de comercio. Sea cual sea su objetivo, intenta la persuasión a través de los sentimientos o de la razón.

Pero para el criterio de experto la propaganda adquiere otras difuminaciones más finamente acometidas. Así, Noam Chomsky afirma:

“Cuando un Estados Unidos lleva a cabo un acto de agresión su sistema de propaganda es el responsable de justificarlo y de eliminar las verdaderas razones sustituyéndolas por pretextos aceptables”[5]

Es decir, para el ethos cientista social [ciudadano experto] la propaganda es preponderantemente articulada desde los nichos de interés de los poderes instituidos. En categorías sociológicas esto se traduce como procedente desde los grupos de dominancia en los diversos campos de análisis estructurados-estructurantes y los habitus allí operantes (sigo a Bourdieu).

Por su parte, para el ciudadano bien informado [que posee un panorama mayor] la propaganda responde a los actos publicitarios de los diversos actores sociales que a través de los medios a los cuales tienen acceso difunden sus apuestas ético-discursivas.

Finalmente, el ciudadano común, se ve bombardeado de información e impedido por sus propios medios de discernir frente a tales niveles de hostilización y saturación informacional de la era de la información; lo cual no quiere decir que tome partido una vez que a través de diversas posibilidades contingentes sea iluminado de tal o cual “propaganda, malintención y/o desinformación” que atente vitalmente contra él o ella.

Obviamente en esta tipología resalto intencionalmente la fragmentación individualista[6] a la que estamos sometidos (referida en nota tres del presente texto), para dar pie conceptualmente a los procesos de agregación colectiva o articulación de los diversos actores sociales (bien informado, expertos, ciudadano común) frente a los embates propagandísticos y hacer notar con todo su peso óntico que tales tomas de posición son ético-políticas[7] y en ellas cada quien articulado con otros sujetos sociales se juegan su identidad frente a los otros sujetos que hacen lo mismo pero con la ventaja propia de la estratificación social.

Con lo expuesto podemos notar que, la propaganda consiste en la acción o efecto de dar a conocer una cosa con el fin de atraer adeptos o compradores; es débil o poco adecuada para que un sociólogo de cuenta de tal fenómeno social. Al no poder acometer el análisis desde dicho predicado, propongo una más dinámico y operativo que se decanta lo desarrollado hasta el momento.

Toda propaganda consiste en difusión de ideas e información con el fin de inducir o intensificar actitudes y acciones específicas. De allí se decantan tres elementos formales de toda propaganda:

  1. Estas acciones y actitudes son probabilísticas.

  1. Toda propaganda responde a las posibilidades de que otros actores sociales sean seducidos a realizar los actos esperados por quien se publicita. En ello nos es imprescindible la noción de poder Foucault[8].

  1. Toda propaganda posee intenciones ideológicas[9].

De ellas es la tercera quien concentra la verdadera naturaleza del problema en tratamiento “PORPAGANDA-ERA DE LA INFORMACIÓN”, es decir, el carácter ideológico de la propaganda y sus incidencias desinformacionales.

De lo anterior podemos pues concluir como premisa de trabajo que si tomamos una propaganda “n” (i.e. Invasión USA a Panamá en 1989, las campañas por TLC, el zapartismo en la red, el proceso Bolivariano, el mundial Alemania 2006, la campaña de Oscar Arias, las elecciones estudiantiles por FEUCR, las campañas de Coca Cola, Nike, Adidas, la página de promoción de la carrera de sociología de la UCR, el mito de Paulo Coelho, las campañas contra el dengue, etc.) dada podemos acceder de manera "mediada" a deconstruir la cadena o configuración dinámica a la cual corresponde. Para ello procederemos a determinar al menos: génesis, estructura, función, forma. En este último punto la "forma" es de donde parte el análisis. Toda forma es sedimentación de contenido. Toda forma es intencionalidad que se materializa. Toda forma es una configuración estética del contenido latente. Este contenido responde a una coherencia con su trasfondo ideológico de configuración.



[1] La desinformación será entendida para los propósitos de este examen, como la estrategia de divulgar noticias a través de la prensa, radio, televisión o cualquiera que sea el medio, con la clara intención de controlar, manipular, dirigir y llevar a confusión a la opinión pública. La desinformación presenta como verdadera, información que puede ser tanto cierta como engañosa. Nos encontramos así falsedades, verdades a medias, y con mentiras.Procedimientos más habituales en la desinformación:La desaparición, allá donde hubo, no hay - supresión u olvido intencionado - La creación o invención de mundos (el de la imagen televisión, gabinetes de prensa...) La transformación por la calificación o descalificación del objeto de referencia.

[2] Esto nos remite al tema anterior y nos permite reintroducir lo vedado al no asumir el tema de la desinformación y la opinión pública. Que efectivamente tomaremos aquí en cuenta.

[3] Históricamente fue la Iglesia Católica la primera que empleó el término propaganda, al constituir la “Sacra Congregatio de Propaganda Fide” para combatir la Reforma Protestante entre el siglo XVI y XVII. Sin embargo el fenómeno como tal y bajo diferentes formas (imagen, estatuas, etc.) existía desde los tiempos más lejanos, reyes egipcios, Alejandro Magno, emperadores, Roma.

[4] Sostengo tres tipos ideales de ciudadanos en la era de la información: ciudadano común, ciudadano bien informado y experto.

[5] Chomsky, N (2000) Cartas de Lexinton; Reflexiones sobre la propaganda. Editorial Siglo XXI. Pág. 18. Dicho texto es una compilación de los artículos de este autor, aparecidos desde 1990 en el periódico de crítica a los medios de comunicación “Lies of Our Times” (mentiras de nuestro tiempo/Times) LOOT=saqueo [esta ultima referencia nos es ya anunciada por Walter Benjamín e sus afamadas Tesis de Filosofía de la Historia de 1940 y su idea de botín]. Donde el mismo Chomsky dice enfáticamente el motivo neural de los textos allí presentados: “el genio de la democracia estadounidense ha consistido en mantener aisladas entre sí a las personas, sin asociaciones u otras modalidades de información e intercambio que pudieran inocularles alguna (temible) sustancia a las estructuras democráticas” (p.9) Regalando el tono metafísico-sustancialista del argumento y el referente “democrático” hemos de advertir que el motivo ético-político de este autor estos textos deviene del proceso desinformacional que acertadamente ubica en la FRAGMENTACION de las formaciones sociales modernas y que es sumo interés para los sociólogos. Respecto a este tema ver: Binder, A (1994) “La sociedad Fragmentada” En Pasos Especial #3. DEI, San José Costa Rica.

[6] Esta premisa es básica, si se comprende al tener en cuenta que a pesar de la existencia de un proceso creciente y acelerado de individualización que se le impone a los individuos concretos, tal proceso responde a una coherencia sistémica de producción y reproducción de lo que llamamos "sociedad burocrática de consumo dirigido" (H.Lefebvre). Así, la capacidad de un individuo cualquiera dentro de una configuración social para poder sobrellevar el vaciamiento y el miedo no pasa prioritariamente [como el pensamiento doxológico cree, aun cuando se apoye en el discurso científico] por decisiones racionales con arreglo a fines, orientadas acorde a las propias preferencias individuales, sino que ha de pasar por la vía en donde los participantes se reconozcan mutuamente como sujetos en trama social, dependientes unos de otros, responsables de sus congéneres, capaces de asumir la propia y la "extraña" altura de sujeto humano. En fin, que se reconozcan las capacidades de acción y justificación discursiva de los actos. Esto último remite a la capacidad que tendrían los diversos individuos de poder orientar y legitimar responsablemente sus propia biografía en contraste con un "horizonte" de valores humanamente creados, es decir, sociohistóricamente fundados, creando espacios de acompañamiento y reconocimiento

[7] Ético-político es asumido en su devenir weberiano, que asume estas acciones sociales cargadas de sentido, que involucran todos aquellos mecanismos u estrategias que utilizamos en la vida cotidiana para alcanzar ciertos fines. Son los medios que aplicamos para nuestros objetivos de interés que pueden ser tanto de carácter individual, como colectivo: las instituciones, la familia, la iglesia, etc.

[8] Para una revisión de mi interpretación de dicho argumento presentado ver: Torres, J. “Foucault y la Jaula de Hierro” En Revista Anotaciones Sociológicas, Año III, Número 5, Junio 2005

[9] ¿Qué entender por ideología? Ideología en este escrito responde a una dimensión de la sociabilidad fundamental que da cuenta las relaciones sociales y la justificación que se da de las mismas por un colectivo social. Toda ideología nace de la división del trabajo, esta ligada sustantivamente a las estructuras de poder (condición y producto, a la vez). Sus rasgos sobresalientes son: (a) No son arbitrarias, son orgánica e históricamente necesarias, forman el entramado de sentido donde los hombres y mujeres producen y reproducen su quehacer, (b) Poseen una función específica dentro de una configuración social, por un lado ocultan y desplazan las contradicciones sociales y por otro reconstituyen una coherencia discursiva de orientación sobre lo que acontece desde las relaciones sociales, (c) Son articulaciones de conjuntos y subconjuntos de discursos más o menos móviles, más o menos contradictorios, más o menos coherentes; que permanecen opacos a los diversos agentes que hacen uso de ellos, (d) Se materializan o institucionalizan en prácticas más o menos palpables.

martes, noviembre 20, 2007

Jesús va en Rolls-Royce a la iglesia del Reverendo Dollar

Jorge Majfud
The University of Georgia


En un movimiento político algo inusual, el senador republicano por Iowa, Charles Grassley, ha iniciado una investigación sobre posibles malas prácticas económicas de los mayores televangelistas de Estados Unidos. De ahí se ha derivado al cuestionamiento sobre una práctica común en la mayoría de los países del continente: las iglesias están eximidas de pagar impuestos, mientras sus líderes, pastores y empresarios se vuelven cada día más ricos. Esta práctica de privilegio para las iglesias se ampara, en Estados Unidos y en América Latina, bajo el aceptado principio de libertad de religión. No está claro, sin embargo, por qué el pago de impuestos por parte de una iglesia podría significar un ataque a la libertad de culto. La prescripción de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios no corre en estos casos. Ni siquiera cuando el César es el pueblo mismo que debe trabajar para mantener estas fabulosas estructuras lucrativas.

En una reciente entrevista en vivo por CNN (7 de noviembre), Kyra Phillips y Don Lemon cuestionaron a nuestro vecino de College Park de Georgia, el multimillonario reverendo Creflo Dollar, por poseer dos Rolls-Royces, jets privados, casas y apartamentos de varios millones de dólares cada uno además de una iglesia multimillonaria enriquecida por las donaciones de ricos y pobres, muchos de ellos con serias dificultades económicas.

Estos ministerios califican como iglesias y no están obligados a llenar declaraciones de impuestos como sí deben hacerlo otras “non-profit organizations” (organizaciones sin fines de lucro). La tradición de justificar las riquezas materiales mientras se predica el desprendimiento de lo mundano para la salvación del alma es muy antigua. La Iglesia Católica —con excepciones, como los teólogos de la liberación y otros “curas de barrio”— ha sido, desde hace mucho tiempo, especialista en la materia. En el caso de las megaiglesias protestantes, además de una práctica empresarial, la tradición está apoyada por la ética calvinista: la riqueza no es un obstáculo para entrar al Paraíso sino una prueba de las preferencias de Dios que ha resuelto castigar a los pobres por su pobreza. Este aspecto teológico es muy semejante al karma hindú y sus resultados sociales también: la moral de la casta alta es consumida, principalmente, por las castas más bajas. En todo caso, los pobres sirven para que los ricos ejerzan su compasión pagando periódicamente impuestos morales que más tarde servirán para financiar su retiro en el Paraíso.

Uno de los periodistas de Atlanta le recordó al reverendo Dólar la recomendación que hiciera Jesús al joven rico que fue a pedirle consejo, de desprenderse de sus bienes materiales para entrar al Reino de los cielos. Recomendación que terminó con la tristeza del hombre rico y la observación del Maestro sobre la dificultad que podía tener para entrar al Cielo, como la de un camello que quisiera pasar por el ojo de una aguja. No obstante, el reverendo Dólar razonó que si eso fuese exactamente así, ningún rico podría entrar al Paraíso. De este razonamiento se deduce que el Mesías debía estar bromeando o tal vez exageraba un poco. Está bien que el Hijo de Dios haya bajado a la tierra con un montón de utopías subversivas, pero tampoco era para tanto. Con la realidad no se puede.

Citando artículo y versículo correspondiente, el reverendo recordó que, en realidad, Jesús había dicho que por cada cosa que uno se desprenda iba a recibir un premio multiplicado varias veces. Algunos pensamos que Jesús se refería aun premio moral o al Reino de los Cielos; no al Reino del Dinero. Pero siempre es tiempo de aprender. Por esta nueva razón teológica, según el Evangelio del Dinero, la riqueza de un hombre con fe —con fe en el Señor— significa que ha sido premiado por el Cielo por su hábito de desprenderse generosamente de una parte de sus posesiones. No otra es la lógica de la Bolsa de valores: quien invierte, se desprende de algo para multiplicarlo. Ningún empresario razonable espera invertir un dólar en Wall Street, en Amsterdam o en Shanghai y recibir un beso o el ascenso espiritual del que hablaba el Buda. Se espera recibir más de lo mismo: dinero, capitales, beneficios financieros. Aquí, los valores no son valores morales ni un bien es lo que se opone al mal.

En el siglo XVI invertir en indulgencias significaba que por unos cuantos florines de oro un violador podía obtener el perdón del Vaticano y, consecuentemente, el perdón de Dios. Más antiguo, y todavía en curso, es el lavado de la conciencia con el buen uso de la limosna. La institución de la limosna es fundamental, porque el desprendimiento debe ser voluntario y sin comprometer las ganancias. Como dicen muchos conservadores religiosos por televisión, con su eterna ansiedad proselitista, sólo así, por un acto de voluntad, se prueba la bondad del donante. Si la bondad pasa por el Estado, mediante el compulsivo cobro de impuestos a los ricos, esos elegidos de Dios, se comete un sacrilegio. Dios no puede distinguir quiénes pagan impuestos de buena gana y quiénes lo hacen con rencor. Tampoco puede Dios recibir en el Paraíso a toda la Humanidad. Así no se vale. El Paraíso es un resort VIP con acceso limitado, no un derecho democrático. Algunas iglesias, incluso, han definido el número exacto de miembros posibles. Como si en el día de la creación de la Humanidad, Dios se hubiese divertido imaginando un Infierno eterno donde arderían sus pequeñas creaciones, para regocijo de sus pocos preferidos que contemplarían desde las alturas semejante espectáculo de tortura colectiva o, peor, dando vuelta la cara al horrible destino de sus hermanos. No vamos a decir que necesitamos un Dios más humanista, porque se supone que hay Uno solo. No vamos a decirle a Dios lo que tiene que hacer. En todo caso, no haría mal una lectura más humanista de las Sagradas Escrituras para dejar de atribuirle conductas tan sectarias, materialistas y llenas de odio al creador de Todo.

El mexicano José Vasconcelos, fervoroso opositor de la hegemonía norteamericana, recordó en La raza cósmica (1925) una fiesta diplomática en Brasil: “Contrastó visiblemente la pobreza de la recepción americana con el lujo de otras recepciones; pero en honor a la verdad, a mí me parece admirable y digno de imitación el proceder yanqui, pues no tienen los Gobiernos el derecho de hacer derroches con el dinero del pueblo”. Sin embargo, así como Estados Unidos había sido fundado por revolucionarios que se oponían a la tradición monárquica y religiosa de Europa y ahora se identifica con los valores opuestos del conservadurismo ortodoxo, así también el original espíritu “republicano” que fue sinónimo de austeridad y democracia hoy representa la ostentación y el elitismo. Así también el cristianismo primitivo fue todo lo contrario al hoy triunfante cristianismo del emperador (San) Constantino.

Casi al final de la entrevista, el periodista le preguntó si pensaba que Jesús hubiese andado en un Rolls Royce, a lo que el reverendo Dólar contestó, con calma, algo así como: “Pienso que sí. ¿Por qué no? El Señor anduvo en un burro en el que ningún otro hombre antes había andado”.

Dejo al lector que descubra la lógica de este reverendo razonamiento teológico.

lunes, noviembre 19, 2007

Retirada sostenible

Leonardo Boff
teólogo brasileño

A los grandes medios de comunicación les pasó desapercibido el impresionante discurso que el presidente de Bolivia, Evo Morales, pronunció el pasado octubre en las Naciones Unidas. Habló menos como jefe de Estado y más como un líder indígena cuya visión de la Tierra y de los problemas ambientales está en clara confrontación con el sistema mundial imperante. Denuncia sin rodeos: «la enfermedad de la Tierra se llama modelo de desarrollo capitalista», que permite la perversidad de que «tres familias posean ingresos superiores al PIB de los 48 países más pobres», y que hace que «Estados Unidos y Europa consuman en promedio 8,4 veces más que la media mundial». E hizo esta sabia reflexión de graves consecuencias: «ante esta situación, nosotros, los pueblos indígenas y los habitantes humildes y honestos de este Planeta, creemos que ha llegado la hora de hacer un alto para reencontrarnos con nuestras raíces, con el respeto a la Madre Tierra; con la Pachamama, como la llamamos en los Andes».

La alarma ecológica provocada por el calentamiento global ya iniciado debe producir este primer efecto: que hagamos una parada para repensar el camino hasta ahora andado y para crear nuevos modelos que nos permitan continuar juntos y vivos en este pequeño planeta. Tenemos que reencontrar nuestras raíces terrenales. Urge que reconquistemos la conciencia de que hombre viene de humus (tierra fecunda) y que Adán viene de Adamah (tierra fértil). Somos Tierra que siente, piensa, ama y venera. Y ahora, debido a un trayecto civilizatorio de alto riesgo, montado sobre la explotación ilimitada de todos los recursos de la Tierra y de la voluntad desenfrenada de dominación sobre la naturaleza y sobre los otros, hemos llegado a un punto crítico en el que la supervivencia humana corre peligro.

No podemos continuar tal como vamos o iremos al encuentro de nuestra propia destrucción. Todavía recientemente Gorbachev observaba: «necesitamos un nuevo modelo civilizatorio porque el actual llegó a su fin y agotó sus posibilidades; tenemos que llegar a un consenso sobre nuevos valores o en 30 ó 40 años puede que la Tierra exista sin nosotros». ¿Conseguiremos un consenso mínimo cuando sabemos que el capitalismo y la ecología obedecen a dos lógicas contrarias? El primero se preocupa de cómo ganar más dominando la naturaleza y buscando el beneficio económico, y la ecología de cómo producir y vivir en armonía con la naturaleza y con todos los seres. Hay aquí una incompatibilidad de base. O el capitalismo se niega a sí mismo y crea así espacio para el modo sostenible de vivir o nos llevará fatalmente al destino de los dinosaurios.

Pero confiamos, como Evo Morales, que en su discurso enfatizó: «tengo total confianza en el ser humano, en su capacidad de razonar, de aprender con sus errores, de recuperar sus raíces y de cambiar para forjar un mundo justo, diverso, inclusivo, equilibrado y armónico con la naturaleza».

Nos consuela la sentencia del poeta alemán Hölderin: «Cuando es grande el peligro, grande es también la salvación». Cuando, dentro de unos años, alcancemos el corazón de la crisis y todo esté en juego, entonces valdrá la sabiduría ancestral y del cristianismo de los orígenes: «en caso de extrema necesidad, todo se vuelve común». Capitales, saberes y haberes serán participados por todos para poder salvar a todos. Y nos salvaremos, con la Tierra.