Leonardo Boff
teólogo brasileño
Bután es un pequeñísimo reino hereditario en las faldas del Himalaya, entre China,
Bután posee algo único en el mundo y que todos los países deberían imitar: el «índice de felicidad interna bruta”. Para el rey y el monje gobernantes, lo que cuenta en primer lugar no es el PIB, Producto Interno Bruto, medido a base de todas las riquezas materiales y servicios que un país ostenta, sino
Por detrás de este proyecto político funciona una imagen multidimensional del ser humano. Concibe al ser humano como un nudo de relaciones orientado en todas las direcciones, que tiene sí hambre de pan, como todos los seres vivos, pero que principalmente se mueve por el hambre de comunicación, de convivencia y de paz, que no pueden ser compradas en el mercado o en la bolsa. Función de un gobierno es atender a la vida de la población en la multiplicidad de sus dimensiones. Su fruto es la paz. En la inigualable comprensión que
La felicidad y la paz no son construidas por las riquezas materiales y por las parafernalias que nuestra civilización materialista y pobre nos presenta. En el ser humano ella ve sólo un productor y un consumidor. Lo demás no le interesa. Por eso, tenemos tantos ricos desesperados, jóvenes de familias sin problemas económicos que se suicidan por no encontrar ya sentido en la abundancia. La ley del sistema dominante es: quien no tiene, quiere tener; quien tiene, quiere tener más; y a quien tiene más no le parece suficiente. Olvidamos que lo que nos trae la felicidad es el relacionamiento humano, la amistad, el amor, la generosidad, la compasión, el respeto... realidades que valen pero que no tienen precio. Lo dramático está en que esta civilización humanamente pobre está acabando con el Planeta con el afán de ganar más, cuando lo importante sería tratar de vivir en armonía con la naturaleza y con los demás seres vivos.
Bután nos da un bello ejemplo de esta posibilidad. Sabia ha sido la observación de un pobre de nuestras comunidades, que ha comentado: «Aquella persona es tan pobre tan pobre, que sólo tiene dinero». Y, realmente, era muy infeliz.