lunes, diciembre 18, 2006

Democracia y poder

Frei Betto

religioso dominico

La cuestión de la democracia ya se planteaba en tiempos de Jesús, pero en una región muy distante de Palestina: Grecia. Dominada por el imperio romano, Palestina estaba gobernada por hombres nombrados o aceptados por Roma: el rey Herodes, los gobernadores Poncio Pilato, Herodes Antipas, Arquelao y Felipe, y el sumo sacerdote Caifás.

Lo que aparece como nuevo en la práctica y en la predicación de Jesús es una vieja cuestión a la cual él le da un enfoque radicalmente diferente de sus contemporáneos: el poder. El poder ya era objeto de la reflexión de los filósofos griegos desde Sócrates, al que Platón dedicó su libro “La República” y Aristóteles su obra “Política”.

En el Antiguo Testamento el poder es más que una dádiva divina. Es una forma de participar del poder de Yavé. Es a través de sus profetas como Yavé escoge y legitima a los poderosos, aunque ninguno de ellos, al contrario de lo que sucedía en Egipto y en Roma, era divinizado por el hecho de ocupar el poder. Aunque escogido por Dios, el poderoso permanecía falible y vulnerable al pecado, como fueron los casos de David y Salomón. No se autodivinizaba, como hacían los faraones egipcios y los césares romanos. Incluso en Grecia, Alejando Magno, obsesionado por mantener centralizada en sí la unidad de sus conquistas, intentó autodivinizarse, exigiendo que sus soldados le adorasen.

Jesús le imprimió otra óptica al poder. Para él no se trata de una función de mando sino de servicio: “Los jefes de las naciones se portan como dueños de ellas y quienes las tiranizan son llamados benefactores. Entre ustedes no deberá ser así; al contrario, el que quiera ser mayor entre ustedes debe hacerse esclavo de los demás, y el que gobierna como el que sirve. (...) ¡A imitación mía, que estoy entre ustedes como el que sirve!”

Jesús dio el ejemplo al afirmar que “el Hijo del hombre no vino para ser servido sino para servir” y se arrodilló para lavarles los pies a sus discípulos. Lo que lleva a Jesús a invertir la óptica del poder es la pregunta: ¿a quién debe servir el poder en una sociedad desigual e injusta? A la liberación de los pobres, responde él, a la curación de los enfermos, a la acogida de los excluidos. Éste es el servicio por excelencia de los poderosos: liberar al oprimido, promoverlo, hacer que también él tenga poder. Por eso los pobres son “bienaventurados” y es en ellos donde Jesús identifica a sus semejantes.

El poder es una prerrogativa divina para el servicio al prójimo y a la colectividad. Tomado en sí, pervierte. La persona tiende a cambiar su identidad personal por la identidad funcional. El cargo que ocupa pasa a tener más importancia que su individualidad. Por eso se apegan muchos al poder; porque éste convierte lo deseable en posible. Reviste al poderoso de tal forma que atrae hacia sí veneración y envidia, sumisión y aplausos.

Para que el poderoso no se deje embriagar por el cargo que ocupa, Jesús propone que se someta a la crítica de sus subalternos. ¿Quién de nosotros es capaz de eso? ¿Qué párroco averigua entre sus feligreses lo que opinan de él? ¿Qué dirigente de movimiento popular solicita a sus dirigidos respaldo a su desempeño del cargo? ¿Qué político pide a sus electores que le critiquen? Sin embargo Jesús no temió preguntarles a sus discípulos qué pensaban de él, y como si eso no fuera suficiente, les preguntó también qué pensaba el pueblo de él.

La cuestión del poder es el corazón de la democracia. Ésta significa, etimológicamente, gobierno del pueblo para el pueblo. Sin embargo todavía permanece, en la mayoría de países, en un estado meramente representativo. Para volverse participativa, la democracia deberá ser expresión del fortalecimiento de los movimientos populares. Un poder -el del Estado o de la clase dominante- sólo admite límites y evita abusos en la medida en que se enfrenta a otro poder: el del pueblo organizado. Ésta es la condición para que la democracia asiente la libertad individual y los derechos humanos en la justicia social y en la equidad económica. Es falsa la democracia que concede a todos libertad virtual y excluye a la mayoría de los bienes económicos esenciales, como el acceso a la alimentación, a la salud, a la educación, a la vivienda, al trabajo, a la cultura y al ocio.

Jesús no formuló un esquema de sociedad, sino que hizo a la inversa: criticar el modelo dominante en la Palestina del siglo 1º, en que la riqueza de unos era resultado de la pobreza de muchos. Por eso se puso de parte de los pobres y defendió sus derechos: “Vine para que todos tengan vida y vida en abundancia”. Éste es el criterio para saber si una sociedad es justa o no: el derecho de todos a la vida plena. Pues la vida es el don mayor de Dios. (Traducción de J.L.Burguet)

viernes, diciembre 15, 2006

Adviento: ¿Qué podemos hacer?


José Antonio Pagola

Teólogo y sacerdote

« Alzad la cabeza »

(Lucas 21, 25-28. 34-36) Nadie conoce su final. Nadie conoce tampoco el final del mundo. ¿En qué va a terminar todo esto?, ¿qué nos espera a todos y a cada uno de nosotros?, ¿qué va a ser de nuestros esfuerzos y trabajos, de nuestros anhelos y aspiraciones?

Cuando Lucas iba copiando del evangelio de Marcos el discurso de Jesús sobre el «Final», no se fijó demasiado en los «cataclismos cósmicos». Todos los escritos apocalípticos hablaban así. Él pensó enseguida en lo que nos pasa a las personas cuando todo se hunde bajo nuestros pies y se tambalea lo que, de ordinario, nos da seguridad.

Probablemente, todos conocemos en nuestra propia vida momentos de crisis en los que no sabemos qué hacer ni a quién acudir. Situaciones en las que podemos sentir «miedo» e incluso «angustia» porque nos quedamos sin seguridad y «sin aliento». Al final, ¿qué es la vida?, ¿en quién podemos confiar? Según Lucas, algo de esto le pasará un día al mundo. Por eso, nos ofrece algunas consignas para aprender a vivir con lucidez cristiana.

«Alzad la cabeza». Es lo primero. No vivir encogidos y cabizbajos, encerrados en nuestros miedos y tristezas. Levantar la mirada; ampliar el horizonte. La «Vida» es más que esta vida. «Se acerca vuestra liberación». Un día sabremos lo que es una vida liberada, justa, gozosa.

«Tened cuidado de que no se os embote la mente». Es nuestro gran riesgo: vivir atrapados por las cosas, preocupados solo por el dinero, el bienestar y la buena vida. Terminar viviendo de manera rutinaria, frívola y vulgar. Demasiado aturdidos y vacíos como para «entender» algo del verdadero sentido de la vida.

«Estad siempre despiertos». No vivir dormidos. Despertar nuestra vida interior. En ninguna parte vamos a encontrar luz, paz, impulso nuevo para vivir, si no lo encontramos dentro de nosotros.

«Pidiendo fuerza». Es nuestro problema: no tenemos fuerza para ser libres, para tener criterio propio, para cuidar nuestra fe o para cambiar nuestra vida. ¿Qué haremos si, además, dejamos de comunicarnos con Dios?

« Dios tiene algo que decir »

(Lucas 3, 1-6) Hacia los años 28/29 de nuestra era, apareció en la escena de Palestina un profeta de Dios, llamado Juan, que recorría la comarca del Jordán «predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados». Así describe el hecho el evangelio de Lucas.

Aparentemente todo está en orden. Desde su refugio en la isla de Capri, el emperador Tiberio gobierna las naciones, sin necesidad de movilizar sus legiones. Imitando a su padre, Antipas va construyendo su pequeño «reino». Desde Cesarea, el prefecto Pilato rige con dureza la región de Judea.

En Jerusalén todo discurre con relativa paz. José Caifas, sumo sacerdote desde el año 18, se entiende bien con Pilato. Ambos logran mantener un difícil equilibrio que garantiza los intereses del imperio y los del templo.

Pero, mientras todo «marcha bien», ¿quién se acuerda de las familias que van perdiendo sus tierras en Galilea?, ¿quién piensa en los indigentes que no encuentran sitio en el imperio?, ¿adónde pueden acudir los pobres si desde el templo nadie los defiende? Allí no reina Dios sino Tiberio, Antipas, Pilato y Caifás. No hay sitio para nadie que se preocupe de los últimos.

Ante esta situación, Dios tiene algo que decir. Su palabra no se escucha en la villa imperial de Capri. Nadie la oye en el palacio herodiano de Tiberíades ni en la residencia del prefecto romano de Cesarea. Tampoco se deja oír en el recinto sagrado del templo. «La Palabra de Dios vino sobre Juan, en el desierto».

Sólo en el desierto se puede escuchar de verdad la llamada de Dios a «cambiar» el mundo. En el desierto las personas se ven obligadas a vivir de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No es posible vivir acumulando cosas y más cosas. Nadie vive de modas y apariencias. Se vive en la verdad básica de la vida.

Ésta es nuestra tragedia. Instalados en una sociedad que para nosotros «va bien», disfrutando de una religión que da seguridad, nos vamos desviando de lo esencial. Nuestro bienestar está «bloqueando» el camino a Dios. Para cambiar el mundo hemos de cambiar nuestra vida: hacerla más responsable y solidaria, más generosa y sensible a los que sufren.

¿Qué podemos hacer?

(Lucas 3, 10 - 18) Juan el Bautista proclamaba en voz alta lo que sentían muchos en aquel momento: hay que cambiar; no se puede seguir así; hemos de volver a Dios. Entendían su llamada a la «conversión». Según el evangelista Lucas, algunos se sintieron cuestionados y se acercaron al Bautista con una pregunta decisiva: ¿qué podemos hacer?

Por muchas protestas, llamadas y discursos de carácter político o religioso que se escuchen en una sociedad, las cosas sólo empiezan a cambiar, cuando hay personas que se atreven a enfrentarse a su propia verdad, dispuestas a transformar su vida: ¿qué podemos hacer?

El Bautista tiene las ideas muy claras. No les invita a venir al desierto a vivir una vida ascética de penitencia, como él. Tampoco les anima a peregrinar a Jerusalén para recibir al Mesías en el templo. La mejor manera de preparar el camino a Dios es, sencillamente, hacer una sociedad más solidaria y fraterna, y menos injusta y violenta.

Juan no habla a las víctimas, sino a los responsables de aquel estado de cosas. Se dirige a los que tienen «dos túnicas» y pueden comer; a los que se enriquecen de manera injusta a costa de otros; a los que abusan de su poder y su fuerza.

Su mensaje es claro: No os aprovechéis de nadie, no abuséis de los débiles, no viváis a costa de otros, no penséis sólo en vuestro bienestar: «El que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple. Así de claro.

Aquí se termina nuestra palabrería. Aquí se desvela la verdad de nuestra vida. Aquí queda al descubierto la mentira de no pocas formas de vivir la religión. ¿Por dónde podemos empezar a cambiar la sociedad? ¿Qué podemos hacer para abrir caminos a Dios en el mundo? Muchas cosas, pero nada tan eficaz y realista como compartir lo que tenemos con los necesitados.

¿Alguien se puede imaginar una forma más disparatada de celebrar la «venida de Dios al mundo» que unas fiestas en las que algunos de sus hijos se dedican a comer, beber y disfrutar frívolamente de su bienestar, mientras la mayoría anda buscando algo que comer?

lunes, diciembre 04, 2006

México: Fco. Toledo sobre Oaxaca

"Para cambiar la situación del estado tendría que desaparecer la clase política local"

Francisco Toledo:
En Oaxaca se vive gran miedo, al borde de la guerra civil

Gustavo Castillo, Octavio Vélez
La Jornada (México)

Oaxaca, Oax., 3 de diciembre. Para el pintor Francisco Toledo, en esta entidad existe "un gran desorden, y la población vive con un gran miedo, porque las últimas semanas han sido terribles. Lo percibo casi al borde de una guerra civil".

Para el artista juchiteco, "tendría que desaparecer la clase política oaxaqueña para cambiar la situación del estado".

En entrevista con La Jornada, el autor de obras como El camino azul (2004) y Visita al penal (2002), afirma que no ha pensado siquiera en plasmar en un óleo, un grabado o escultura cómo ve su estado natal, porque él sólo pinta conejos y coyotes; sus trabajos nunca han tenido sentido político.

Pero, si lo hiciera, sería "un gran coyote golpeando con una vara a un conejo, porque es más débil". Pero, afirma, poner color a esa imagen sería "todavía más difícil", porque aun cuando "hay quienes aseguran que el rojo es pasión, es sangre", nunca ha visto los colores desde esa perspectiva.

"Una situación que nunca había visto"

- ¿Cómo vive Oaxaca hoy día?

- Es preocupante; aquí han llegado de algunos barrios para quejarse y pedir protección, porque hay gente que llega con fotos, preguntando si reconoce o dónde vive determinada persona. Existe una situación que nunca había visto.

- Los integrantes de la Comisión Diocesana de Paz y Justicia, consideran que en Oaxaca se vive, de facto, un estado de excepción, ¿usted qué opina?

- Sí, hay patrullas de la PFP y perros amaestrados para quitar piernas y brazos; hacen ver que se vive en un estado de sitio, de guerra. Pues sí, así es.

- La procuradora Lizbeth Caña Cadeza no acepta que existan los escuadrones de la muerte o de sicarios, que desaparecen personas o realizan detenciones ilegales, y asegura que no investigará hasta que haya denuncia formal.

- Creo que ella nunca ha hecho nada. Por ejemplo, la radio que apoya al gobierno, Radio Ciudadana, incita al crimen, al linchamiento. Cómo es posible que Gobernación, y la señora Caña no intervengan, cuando cierran las radios comunitarias porque aducen estar preocupados por el mensaje que emiten.

- ¿Cómo percibe su estado?

- En un gran desorden; existe un miedo muy grande de la ciudadanía. Estas semanas han sido terribles. Lo percibo como casi al borde de una guerra civil.

"Siento que la respuesta de la Federación en apoyo al gobierno del estado ha sido excesiva en relación con los presos y al trato que se les ha dado. Se habla de maltrato y tortura. La percepción es que hay una mano muy dura y que no habrá diálogo de las autoridades, que sólo quieren imponer su razón, su verdad y punto de vista.

- Desde su perspectiva, ¿Oaxaca vivió una situación como ésta?

- Las situaciones siempre son diferentes. En la época del gobernador Zárate Aquino hubo un movimiento social para destituir al mandatario, y también hubo muertos y desaparecidos.

"En Juchitán, al nacimiento de la Cocei (Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo) también hubo muertos y desaparecidos, pero al final quedó constituida una agrupación política que al menos rige en esa zona. Creo que periódicamente se dan movimientos de inconformidad."

-¿Se vive ahora una guerra sucia, como en los años 70 y 80?

-¿Hay guerras limpias? Las guerras son sucias de por sí.

- ¿Qué opina de la APPO?

- En esa asamblea hay organizaciones que han trabajado con el Patronato pro Defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca (Proax); hay gente de la que se puede dar fe que son luchadores sociales que hacen todo con buenas intenciones.

- Pobreza y atraso en Oaxaca.

- Son parte del caldo de cultivo, por supuesto; Oaxaca está en los últimos lugares de educación y salud, es número uno o dos de expulsión de migrantes.

- Hay artistas que fueron detenidos mientras caminaban por el centro el pasado 25 de noviembre.

- No sólo artistas, mucha gente. La Constitución permite que la gente se manifieste no con violencia, no destruyendo, pero su responsabilidad está por demostrarse. Creo que hay redadas indiscriminadas; eso no es justo. Tiene que saberse quiénes estaban destruyendo, pero hay mucha gente que no estaba haciendo nada.

-¿Cuántas personas le han reportado como desaparecidas durante los meses de conflicto?

- No tengo cabeza para recordar números ni nada de eso, pero son muchas; tenemos listas.

- ¿Centenares?

- Al parecer sí; pero Proax está promoviendo entre artistas y quien quiera sumarse la integración del Comité de Liberación 25 de Noviembre, que defenderá a todos los detenidos ese día y ahora están presos en Nayarit. La idea es constituirse para defender a los detenidos de manera irregular durante las manifestaciones de descontento social de las semanas recientes. El comité tiene la misión ayudar a liberar a quienes fueron detenidos sin haber cometido acciones vandálicas ni agredido a los policías, ni causar daños a terceros.

"Un hombre que está solo o mal acompañado"

- En su concepto, ¿qué es Ulises Ruiz?

- Un hombre que está solo o mal acompañado, y es alguien que seguirá estando solo, que le ha faltado sensibilidad para dialogar con los ciudadanos.

-¿Esto terminaría con la salida de Ulises Ruiz?

- No, esto tiene un antecedente muy atrás, de mucha inconformidad y si ahora se calma, después seguirá. Se tienen que atender los problemas de fondo. Yo casi diría que tendría que desaparecer la clase política oaxaqueña para poder cambiar este estado. En general, los políticos oaxaqueños, a los que conozco desde hace tiempo, no han hecho su trabajo como debe ser. Por ello digo que tendría que desaparecer la clase política.

"Si habrá dinero para reconstruir Oaxaca, se necesita que hagamos entre todos una supervisión de cómo se aplicará. Porque se dice que los políticos son corruptos, que dan trabajo a sus familiares, a sus amigos, que tienen sus constructoras. Entonces, los beneficiados seguirán siendo los familiares y amigos y las constructoras ligadas al gobierno."

- Si tuviera que reflejar esto en una pintura o un dibujo...

- No, yo hago conejos y coyotes. Creo que sería el gran coyote con una gran vara golpeando al conejo que es más débil, pero realmente mis dibujos no alcanzan la intención política.

- Y si tuviera que colorearlo.

- Me la pone más difícil, porque los colores no corresponden a veces con lo que uno pinta y la problemática. Dicen que el rojo es pasión, es sangre, pero yo nunca he visto los colores así.